De acuerdo con el relato que aportaron durante su primera detención, en la casa donde se cometieron los crímenes había dos sicarios, aún no identificados ni capturados, que habrían sido los encargados de ejecutar y torturar a las víctimas. Ellos mismos fueron quienes trasladaron a las tres jóvenes en una camioneta, con el engaño de que serían llevadas a una fiesta cuando, en realidad, en la casa de Florencio Varela ya estaban hechas las fosas para enterrar los cuerpos de las tres jóvenes.
“Yo filmé las muertes”, habría dicho Villanueva, lo que permitió reconstruir la secuencia. En esas grabaciones, tomadas con un celular, se observaban a las chicas atadas con cintas. Según los investigadores, las imágenes habrían sido transmitidas en vivo por Instagram para miembros de la organización criminal. Se cree que al menos 45 personas pudieron haber presenciado esa transmisión en directo.
El testimonio de los detenidos también volvió a poner en el centro de la escena a un jefe narco conocido como “Pequeño J”, a quien habrían señalado como el responsable de autorizar el accionar de los sicarios. Para los investigadores, Villanueva Silva no fue el ejecutor directo de los asesinatos sino quien documentó la violencia para reportarla a la organización.
La autopsia determinó que las jóvenes fueron asesinadas entre las 2 y las 5 de la mañana del sábado. Previamente, una de ellas había subido fotos y videos a redes sociales mostrando que iba “a una fiesta”, sin advertir que en realidad se dirigía a una emboscada mortal.
El expediente judicial avanza ahora en dos frentes: la búsqueda de los sicarios que permanecen prófugos y la identificación del rol de “Pequeño J” como presunto autor intelectual. Mientras tanto, Villanueva y Magalí permanecen detenidos con defensa oficial, acusados de participar activamente en el triple femicidio que conmociona a Florencio Varela.