El juez federal Daniel Rafecas ordenó hace instantes la captura nacional e internacional de cuatro ciudadanos libaneses sospechados de haber sido “partícipes secundarios” del atentado contra la AMIA.
El juez federal Daniel Rafecas ordenó hace instantes la captura nacional e internacional de cuatro ciudadanos libaneses sospechados de haber sido “partícipes secundarios” del atentado contra la AMIA.
Se trata de un pedido de la Unidad Fiscal que investiga el hecho ocurrido el 18 de julio de 1994, y dejó un saldo de 85 muertos. Los pedidos de captura fueron hechos por la fiscalía en noviembre del año pasado, y este jueves el magistrado a cargo del caso las ordenó y libró oficio a Interpol.
Según explicaron fuentes de la causa, serían personas que pudieron haber "cooperado y/o facilitado" distintas cuestiones a los organizadores del atentado en los meses previos. La UIF AMIA a cargo del fiscal Sebastián Basso pidió las capturas a raíz de prueba llegada desde el exterior en los últimos tres años, y uno de los pedidos de captura se firmó contra Samuel Salman El Reda, un hombre que también estaría vinculado con el ataque a la Embajada de Israel en Argentina, en el que murieron 29 personas en el año 1992, y de otras tres personas más que serían miembros del Hezbollah y estarían residiendo en Paraguay.
Rafecas dispuso la captura nacional e internacional “por haberse considerado suficientemente acreditada su pertenencia y/o cooperación con la banda criminal denominada ‘brazo armado’ del Hezbollah” y pidió la detención para luego “peticionar la extradición con el objeto de someter a proceso a los requeridos, quienes han sido convocados a ejercer su derecho de defensa y prestar declaración”, fundamentó el magistrado en la orden de captura a la que tuvo acceso Télam.
Para el juez, se encuentra configurado el estado de sospecha previsto en el artículo 294 del Código Procesal Penal de la Nación para escuchar a los cuatro imputados en declaración indagatoria.
En la causa también tienen pedido de captura internacional desde 2006 los ciudadanos iraníes Alí Akbar Hashemi, Bahramaie Rafsanjani, Alí Fallahijan, Alí Akbar Velayati, Mohsen Rezai, Ahmad Vahidi, Mohsen Rabbani, Ahmad Reza Asghari ó Moshen Randjbaran, Hadi Soleimanpour e Imad Fayez Moughnieh.
El 18 de julio de 1994, una bomba estalló en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ubicada en la calle Pasteur del barrio porteño de Balvanera. El ataque mató a 85 personas y dejó más de 300 heridos. Fue del atentado terrorista más grande ocurrido en el país. Hasta el día de hoy, no hay condenados por el crimen.
Ese día, el barrio de Once vivía su habitual ritmo comercial. La explosión sucedió a las a las 9.53 de la mañana y la institución quedó reducida a escombros en segundos. La onda expansiva se sintió con fuerza en la zona. En rigor, el edificio ubicado frente a la AMIA, así como los vidrios y puertas de las propiedades adyacentes, se dañaron de forma completa.
En minutos, rescatistas y voluntarios se acercaron para buscar a las víctimas atrapadas. Entre gritos y desconcierto, los primeros cuerpos encontrados se depositaron en la vereda de Pasteur a la espera de su traslado a la morgue. Los heridos, en tanto, eran atendidos por el SAME en plena calle y trasladados al Hospital de Clínicas.
En este marco, el lugar se vio colmado de gente en poco tiempo. Recién a las 12.15 se puso un vallado para permitir el ingreso de ambulancias entre voluntarios, policías, curiosos y periodistas. Al mismo tiempo, funcionarios del entonces gobierno de Carlos Menem se lanzaron a mostrarse en la zona.
En medio de derrumbes ocasionales, la búsqueda de desaparecidos duró días. Mientras, en la Plaza del Congreso la gente se reunió para reclamar "justicia".
El entonces juez federal Juan José Galeano asumió la investigación y en poco tiempo estableció que el ataque había sido perpetrado por un terrorista suicida que chocó una camioneta cargada de explosivos contra la entrada de la mutual. El block de un motor de una Renault Traffic hallado entre los escombros por militares israelíes permitió establecer esa hipótesis.
A fines de julio de ese año, Galeano viajó a Caracas, Venezuela, a entrevistar a Manoucher Motamer (quien luego sería señalado como agente de la CIA), un exdiplomático iraní quien le entregó información que vinculaba a funcionarios de su país al hecho. Ese fue el inicio de una causa que sigue inconclusa hasta la actualidad.