Desde 2017 para acá se viene repitiendo una dinámica particular en un Congreso que está completamente fragmentado. Los años no electorales no hay presupuesto; pero los años electorales, milagrosamente, se logra un acuerdo entre oficialismo y oposición, aun en una sociedad completamente engrietada.
No es magia: la oposición necesita siempre tener el presupuesto aprobado para poder encarar el difícil año electoral que empieza. Paradójicamente, los años de mayor conflicto, son los que permiten la mayor distensión. Nadie quiere quedar atado a la discrecionalidad presidencial y menos con un presidente que anda jugando con una motosierra.
El presupuesto, como ley, garantiza que los recursos prometidos por la Nación para cada jurisdicción se desembolsen sin posibilidad de discrecionalidad.
¿Cómo se resuelve el dilema?
Es un completo interrogante. Como se contó antes, en los últimos años, cuando la grieta se volvió cada vez más compleja, se resolvió de la siguiente manera: en los años sin elecciones, el presupuesto no se votaba porque la oposición no quería darle una victoria política al gobierno.
En los años electorales, el presupuesto se aprobaba, aunque fuera por un voto: la oposición no quería correr el riesgo de quedarse sin presupuesto.
Este trabajo del politólogo Pablo Salinas muestra en amarillo cómo se dio.
El tema es que en los últimos años siempre había un parlamento muy parejo, donde existía un virtual empate entre oficialismo y oposición. Hoy, el oficialismo tiene menos de un tercio de los diputados y menos de un décimo de los senadores.
El dilema no se termina ahí. Al Gobierno, la ventaja táctica de no tener presupuesto le puede salir demasiado cara. ¿Qué inversor va a poner plata en un país con un gobierno que no logra aprobar un presupuesto?; ¿Quien va a blanquear guita en un contexto así? La dinámica de la presentación del domingo pasado no ayudó a que la Casa Rosada logre los votos que necesita:
- Criticó al PRO por las acusaciones de falta de gestión que le tira Macri.
- Criticó a los gobernadores y les pidió más ajuste sin tener en cuenta cómo están las finanzas de cada provincia.
- Se peleó con el peronismo, incluso con los que firmaron el pacto de mayo
¿De dónde va a sacar los votos que necesita en ese clima?
Milei vs. los gobernadores
Los gobernadores están con bronca. Dicen que el Gobierno no les cumple los compromisos. Esta semana cerró un acuerdo por la coparticipación con la ciudad de Buenos Aires. Fue en una mediación con la Corte Suprema. Fue una negociación que llevó casi 10 meses y que incluyó varios incumplimientos del Gobierno nacional a Jorge Macri, uno de sus principales aliados.
Otros gobernadores -también aliados- se quejan porque no les cumplen con los desembolsos del pacto fiscal, ni las deudas de obras públicas (las provincias se van a hacer cargo en adelante, pero quieren que paguen lo que se debe para atrás), ni con los aportes de las cajas jubilatorias no transferidas. No confían en el Presidente y no tienen interlocutores válidos en Nación.
Tampoco cayó bien el mensaje del día del anuncio del presupuesto. No solamente porque les pidió ajustar, sino porque volvió a insistir en la idea de que Nación no se va a hacer cargo de nada más que la Defensa, la Justicia y algún refuerzo en la seguridad.
Los gobernadores necesitan plata, pero además necesitan contención ante una situación social que en muchos casos se vuelve preocupante. Todos lo saben. Algunos lo dicen en voz alta. Otros lo callan.
Lo que las encuestas (algunas) no dicen
Las encuestas siguen mostrando a un Gobierno con buena imagen. Cayó un poco en los últimos meses (como venimos contando en estas páginas), pero nada para preocuparse en términos generales.
El problema es que siempre las encuestas van muy atrás del verdadero sentir de la opinión pública; por eso se equivocan tanto al predecir voto.
Los focus group o trabajos cualitativos son una herramienta para entender cómo viene el termómetro de la paciencia social. Otra alternativa que usan algunos consultores es preguntar por otras variables, que no sean intención de voto ni imagen de los dirigentes. A veces dan información más rica que si solamente se mira la política.
Esto pasa con la última encuesta de Proyección, la consultora de Manuel Zunino.
- La imagen de Milei está en empate técnico, 46 positiva a 46 negativa.
- La del Gobierno, también: 50,7% negativa a 44% positiva. Cae un poco respecto de la última medición, pero nada grave.
El tema es cuando se le pregunta a la gente por cosas más de la vida cotidiana:
- 31,7% dice que no llega a fin de mes. Es el número más alto desde que empezó la gestión, muy lejos de la idea de la recuperación en V.
- 62,1% de la gente tuvo que endeudarse el último mes para cubrir gastos del hogar
- 31% le tuvo que pedir a familiares o amigos
- 24,1% tuvo que pedir para comprar alimentos
- 15,8% pidió para pagar servicios del hogar (luz, gas, etc)
- 6,9% tuvo que pedir para pagar alquiler
Hay más:
- El optimismo sobre la marcha del país cayó del 42,5% en mayo al 29,8% en septiembre
- Solo el 17,7% dice estar dispuesto a esperar más de 6 meses al Presidente hasta que arranque la economía; 40% ya le picó el boleto; 7,4% dice que lo espera tres meses más y 9,3% le da changüí hasta 6 meses máximo.
- 64% dice estar en contra del veto a la reforma jubilatoria.
El empleo en el centro
Esta sensación en la opinión pública tiene su correlato en la economía real. La recuperación en V que prometió Milei (o el crecimiento como pedo de buzo) no llega. Y otras variables siguen muy mal:
- La desocupación llegó al 7,6% en el segundo trimestre del 2024; creció 1,4 puntos en el año.
- La subocupación creció al 11,8%; 1,2 puntos respecto al año anterior.
- Se perdieron 331.534 puestos de trabajo, según el Informe sobre Mercado Laboral elaborado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas que coordina Claudio Lozano esto representa una pérdida de.
- El salario privado formal cayó 6% en el último año y un 4,7% en los últimos meses
- El 61,9% de la población desocupada busca empleo desde hace 6 meses o menos
La mirada papal
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El Papa Francisco, junto a dirigentes sociales y sindicales.
Otro síntoma de la situación social que cruje se vio en el Vaticano, y en algunas irradiaciones hacia la Argentina.
- El Papa Francisco recibió a toda la cúpula de la CGT (incluyendo al polémico Pablo Moyano) y se sacó varias fotos que se difundieron acá.
- Después recibió a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, pero se supo bastante poco de esa reunión y no hubo foto. Según cuentan los cercanos al Papa, Francisco escuchó y no habló demasiado.
- Unos días más tarde, críticó la represión en la protesta social y denunció un caso de corrupción en el Gobierno.
Se dio un gesto importante político esta semana también.
En el municipio de Almirante Brown, que dirige el peronista Mariano Cascallares, se hizo un seminario para combatir la ludopatía infantil. Fue auspiciado por la Iglesia (con guiño de Francisco) y participaron clérigos de la Conferencia Episcopal Argentina, dirigentes peronistas, Facundo Manes (UCR) y el sector asociado a Martín Lousteau, de la mano de Pablo Domenichini, rector de la universidad de Almirante Brown. Es imposible no ver un trasfondo político en ese evento. Quizás sea la gran alianza con la que sueña el Papa.
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El seminario realizado en Almirante Brown para combatir la ludopatía infantil.
El peronismo y la crisis sin solución
Máximo Kirchner volvió a la escena pública. La semana pasada habló Cristina y al día siguiente salió Kicillof a marcar la cancha. Cerca del gobernador aclaran que la pelea política no es con la Jefa, sino con sus intérpretes. Léase La Cámpora y Máximo Kirchner.
En el peronismo empieza la pelea tácita por la “lapicera” de la provincia de Buenos Aires.
Entre las frases que llamaron la atención de Máximo Kirchner aparecieron:
“La autoridad no se construye frente a Cristina, se construye frente a Paolo Rocca” (mensaje a Kicillof y su gente, que desafían su liderazgo).
“Hubo personas que dudaban si tenía que ser Scioli o Wado (el candidato 2023). Miren dónde está el compañero, miren dónde está Scioli, y nos vienen a pedir autocrítica a nosotros. Autocrítica hagan ustedes”. Recordatorio: el kirchnerismo impulsaba la candidatura de Wado de Pedro y Alberto Fernández, la de Scioli. Massa fue la alternativa de unidad para evitar que hubiera interna. ¿La crítica de Máximo fue a Scioli, al peronismo clásico o al propio Massa?
El peronismo (y en particular el kirchnerismo) no terminó de entender por qué perdió la última elección. Sigue revolcándose en su propia interna a cielo abierto. Peleas de casta.
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