Romano sostuvo que "hoy estamos mucho mejor que en siglos pasados, cuando el antisemitismo costaba la vida de judíos a diario" y pidió revalorizar el papel de los líderes religiosos para "contener y educar y ampliar el diálogo social".
-¿Cómo ves en tu rol como rabino este rebrote del antisemitismo en el mundo?
-El rol de un rabino siempre tiene que ver con educar, contener y tratar de entender la realidad. No se trata de despreciarla ni de volvernos locos, sino de poner las cosas en contexto. El antisemitismo es un virus, y este momento es un rebrote. También debemos transmitir tranquilidad: hoy estamos mucho mejor que en siglos pasados, cuando el antisemitismo costaba la vida de judíos a diario. Hoy, cuando hablamos de ataques, nos referimos a agresiones verbales o grafitis, no a pogroms o asesinatos, porque vivimos en sociedades con leyes que protegen a las minorías.
Como rabinos tenemos que salir de la comunidad judía y hablar con el resto de la sociedad. El diálogo interreligioso es clave para que se nos vea como ciudadanos de carne y hueso, con virtudes y defectos. En mi caso uso mucho las redes sociales y YouTube para educar y visibilizar al judío en la sociedad, bajando prejuicios.
-Muchos plantean que las manifestaciones que hoy se ven no son de "antisemitismo" sino "antisionismo". ¿Hay diferencia para vos? ¿Cómo lo percibís?
-Todo antisemita es antisionista, pero no todo antisionista es antisemita. Existen judíos que se definen como no sionistas, pos-sionistas o incluso antisionistas, y no por eso odian a los judíos. Pero las líneas son cada vez más difusas: es difícil sostener una crítica política sin caer en un discurso virulentamente antisionista que termina rozando el antisemitismo.
El problema aparece cuando se demoniza a Israel y se lo convierte en “el pecado capital”, con una visión religiosa y maniquea que deja a los palestinos como inocentes absolutos y a los israelíes como culpables eternos. En esos casos, la crítica se vuelve indistinguible del antisemitismo.
-En tu trabajo pastoral, ¿cómo ves al judío promedio en sus sensibilidades con este tema?
El judío promedio está preocupado y sensibilizado. Después del 7 de octubre y con tantos meses de guerra, Israel quedó presentado como “el malo de la película”. Muchos sienten miedo ante agresiones, insultos o pintadas. Pero al mismo tiempo creció el apego a la identidad judía y al activismo sionista.
Muchos descubrieron que colectivos con los que compartían militancia los abandonaron e incluso se pusieron del lado de Hamas. Eso generó una sensación de soledad y, a la vez, un regreso a la comunidad judía como espacio de contención.
-Hace unos días Israel bombardeó un hospital en Gaza y mató periodistas. Vos fuiste crítico de esa acción, ¿por qué?
-Fui crítico porque hasta el primer ministro de Israel pidió perdón. No es la primera vez que sucede: en el pasado hubo ataques por error a organizaciones humanitarias. En la guerra pasan estas cosas: hay errores, excesos y, en ocasiones, incluso posibles crímenes de guerra. El error sería idealizar a Israel y creer que todo lo que hace defendible. No hablamos de ángeles ni de demonios, sino de política real: un país con aciertos y errores, como cualquier otro.
La diferencia es clara: una cosa es acusar de asesinatos deliberados, como sostienen los antisionistas, y otra es reconocer errores humanos o militares. En Israel estos hechos se investigan con comités militares y civiles. Defender a Israel es defender su derecho a la autodeterminación, no justificar todas sus políticas o acciones.
-¿Cómo analizás desde una perspectiva rabínica la situación humanitaria en Gaza?
-Lo más difícil es que recibimos información fragmentada. Vivimos en la era con más datos disponibles y, al mismo tiempo, con más desinformación. No hay medios objetivos en Gaza: Israel filtra datos y el propio Hamas controla el relato, generando fake news. Nadie puede negar que allí hay escasez, desplazamientos y sufrimiento, aunque no existe una hambruna generalizada.
El que más sufre hoy es el inocente palestino, como el que más sufrió el 7 de octubre fue el inocente israelí. Pero hay que señalar responsabilidades: Hamas inició la guerra y todavía retiene rehenes. El deber del judío es pedir la eliminación de Hamas, pero nunca deshumanizar al palestino. El sufrimiento existe y debemos empatizar, sin caer en generalizaciones.
-¿Cómo se hace para combatir los prejuicios hacia los judíos? En muchos casos los países más antisemitas son aquellos que casi no tienen judíos, como España.
-El antisemitismo es un virus: muta, se transforma y adopta múltiples formas. Es la madre de todas las teorías conspirativas. Lo encontramos en la izquierda y en la derecha, en ámbitos religiosos y laicos, tanto en sectores ignorantes como en académicos.
Como judíos debemos estar atentos, pero también vivir con la frente en alto, mostrando lo mejor de nuestros valores. Nunca vamos a estar completamente normalizados en las sociedades occidentales, ni siquiera con el Estado de Israel como nación. La mejor vacuna contra el antisemitismo es ser ejemplo y luz para las naciones, con humildad y constancia, santificando el nombre de Dios a través de nuestras acciones.