El Gobierno considera que el objetivo de esa presunta operación habría sido erosionar la imagen del oficialismo, generar falsas acusaciones, alterar el clima social, incidir sobre los principales indicadores económicos, condicionar el escenario electoral y hasta propiciar una crisis política. Incluso se menciona que podría existir un ánimo destituyente, lo que la Justicia deberá determinar.
La denuncia también apunta contra dirigentes de la oposición kirchnerista, a quienes el Ejecutivo ubica como parte de una supuesta campaña de desinformación. Además, se menciona que algunos periodistas habrían llegado a chantajear a funcionarios con material obtenido de forma ilegal, lo que lleva a pensar que la maniobra no se limitaría a los audios de Karina Milei, sino que abarcaría grabaciones de otros integrantes del Gobierno.
En su escrito, Stornelli destacó que las grabaciones habrían afectado a funcionarios federales y se habrían realizado en ámbitos bajo jurisdicción nacional, lo que confirma la competencia del fuero federal. También advirtió que los audios difundidos tendrían un origen ilegítimo y fueron puestos a circular en forma dolosa y clandestina, reforzando la hipótesis de una operación de inteligencia paralela.