-Hace 7 años iba con mi furgón, cerca de mi pueblo y, de pronto, me llevo puesto un fardo, que contenía basura. Allí le pregunto a Don Nieto, un personaje de la zona, que era eso y me cuenta que eran botellas de plástico aplastadas, que estaba esperando que las vengan a compactarlas más. Diría que fue el Dios Ortus (tener suerte jaja). Nosotros veníamos construyendo en barro. Me llevé unas botellas, probamos revoque, la historia funcionó y después le fuimos agregando tecnología y terminamos nuestra primera casa en 2017.
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Una de las casas que construye Lucas Recalde. Para hacer una de 100 metros cuadrados, se necesitan 1500 kilos de botellas, que es lo que producen 3000 personas en un día.
-Dijiste nosotros. ¿Quiénes?
-Somos 4 socios, Federico Brunas, la arquitecta Victoria Paez Molina, Pablo Cmet, que es abogado y desarrollista, y yo. Aunque en realidad, también fue y es fundamental el padre Mariano Oberlin. Con él, fuimos probando cosas, Queríamos ayudar a gente con pocos recursos, económicos y de pertenencia. Personas de lugares vulnerables. Empezamos con una huerta, un tambito y la cosa no iba bien, hasta que apareció esta posibilidad.
Que ellos mismos se construyan su propia casa. Los que comúnmente se conocen como la gente NINI (ni estudio, ni trabajo, ni busco trabajo). Nosotros ya habíamos desarrollado la tecnología para compactar las botellas y generar los bastidores, que más tarde se convertirían en paredes y columnas. Nos faltaba la mano de obra, la pertenencia y el convencimiento a esta gente del sí, pueden.
-¿Cómo hicieron para convencerlos?
-Fue y sigue siendo un trabajo arduo, pero muy gratificante. Allí todo está mezclado, las necesidades y las adicciones. La desintegración está en todas las esferas y las clases sociales, pero se nota mucho más en la clase baja. Es emocionante ver como un chico se transforma cuando observa que su trabajo, porque construye con sus propias manos, puede darle una casa. Y todo empezó a funcionar con sinergia.
El estado, las ONG, las Universidades, los colegios se sumaron al proyecto. Hoy somos una empresa que no tiene muchos empleados, construímos 27 casas con botellas de plástico, estamos haciendo 5 más, pero lo más destacable es que nos llamaron los dos desarrollistas más importantes de Córdoba (Proaco y Edisur) y ellos empezaron a trabajar con nosotros. Uno de ellos tiene un terreno con 9 mil lotes. Esto sería trasladar, lo que empezó y debe seguir como una empresa de triple impacto, apoyando al área social y a los necesitados, a construcciones para clase media y media alta.
-¿Cuál es el techo de esta construcción?
-No tiene. La necesidad socio ambiental es mundial. Hoy C3 Construcciones está en 11 provincias (Córdoba, en varias ciudades, Mendoza, Neuquén, Buenos Aires, en la localidad de Tandil, Jujuy, Misiones, Salta, son algunas de ellas). Hemos llegado a Camerún, a Pipa (Brasil) y Chile (en Santiago). Incluso, en los últimos meses del gobierno anterior, construímos un SUM, de 80 metros cuadrados, en la quinta presidencial.
No tenemos un color político, pero ojalá podamos seguir haciendo alianzas con el actual gobierno. En Córdoba, por ejemplo, el intendente está enamorado de nuestro proyecto, Y nosotros le decimos que no invierta el estado, que ellos den tasa 0 a la construcción para atraer capitales privados. De esa manera, multiplicás el poder de dar trabajo y soluciones de techo a un montón de gente.
-¿Cuánto cuesta construir una máquina?
-Es muy barato. La primera la hicimos en Salsipuedes, un pueblito de Córdoba que queda muy cerca de donde vivo. Hoy, con 250 mil pesos tenés una industria funcionando. Hay videos en youtube explicando como hacerlo. Muchos me dicen, te van a sacar la idea. No importa.
Acá, lo trascendente es integrar a gente con necesidades, más allá del enorme potencial de negocio que hay para personas con dinero. Un políitico me dijo una vez. Si fuera cuestión de plata, compraríamos otro mundo. Y es verdad, la problemática central no es económica.
-¿Cuáles son las principales ventajas del sistema de construcción desarrollado por ustedes?
-Tienen mayor aislación térmica (casi el 100 x 100 más que la construcción convencional). Son más resistentes, más livianas y es mucho más veloz la construcción. Nuestras casas están finalizadas en 3 meses y las terminaciones son iguales que las convencionales.
Algunos, incluso, nos piden que dejemos un detalle de los plásticos y los bastidores, porque después no les creen como fueron construídas sus casas. En cuánto al precio, podés ahorrar del 20 al 50 por ciento, porque depende de los detalles. Cerámicas, griferías, luces, etc.
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Las casas de Lucas Recalde y su equipo tiene como ventajas que son más resistentes, más livianas y es mucho más veloz la construcción.
-A este ritmo, si el negocio sigue creciendo, ¿corremos el riesgo de quedarnos sin botellas de plástico?
-No, de ninguna manera. Te lo paso a números, para hacer una casa de 100 metros cuadrados, vos necesitás 1500 kilos de botellas, que es lo que producimos 3000 personas en un día. Y, como te dije, cada casa lleva 3 meses de construcción. Un dato más, para hacer un edificio de 7 pisos, en un lote de 10 metros x 30, necesitás la producción de plástico de 10 mil personas en un año.
-Contame como es el tema de la integración de las escuelas y las universidades.
-Mirá, hay universidades que dan becas a los residentes en zonas humildes. Chicos trabajadores y con ganas de estudiar. Es una forma de llegar que antes no tenían. La Universidad Siglo 21, por ejemplo, tiene 21 alumnos becados. Para ellos es publicidad y amplían su negocio. Un tiempo después llegó la Universidad de Córdoba. Como te dije antes, casas de plásticos podrán hacer empresarios millonarios, integración no y esa es una vara fundamental de nuestra empresa.