A medida que el servicio creció, surgieron conflictos y dudas legales. Para darle un marco formal, en 1932 la Municipalidad de Buenos Aires reglamentó el transporte colectivo, estableciendo la numeración de las líneas del 1 al 69, definiendo la cantidad máxima de asientos y las dimensiones de los vehículos. Esta medida permitió organizar mejor el sistema y garantizar la seguridad de los pasajeros, mientras los colectivos empezaban a adquirir su forma característica y el clásico fileteado.
En ese tiempo, los colectivos continuaron con su evolución: se adaptaron las ventanillas, puertas y sistemas de venta de boletos; se modificaron los chasis, dominados por compañías como Mercedes Benz; y aparecieron los frontales modernos, los de piso bajo para accesibilidad y los dobles con fuelle central.
Durante décadas, el Día del Colectivero coincidió con el Día de los Trabajadores del Transporte de Pasajeros (10 de enero), en homenaje a la fundación de la Unión de Tranviarios Automotor (UTA) en 1918. Para darle al colectivo un reconocimiento propio y evitar confusiones, la Ley 1475, sancionada en 2004 por la Legislatura porteña, estableció oficialmente el 24 de septiembre como la fecha de celebración del Día del Colectivero.
Aunque colectiveros y taxistas comparten un origen común, en la calle a veces se percibe cierta rivalidad, una paradoja considerando que ambos surgieron del mismo seno y respondieron a necesidades similares en tiempos de crisis.