Historia

Día Mundial de la Anticoncepción: los métodos más insólitos para evitar embarazos que no funcionaron

Este viernes 26 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Anticoncepción, una fecha que busca promover la educación sexual y el acceso a métodos seguros.

Este viernes 26 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Anticoncepción

Este viernes 26 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Anticoncepción, una fecha que busca promover la educación sexual y el acceso a métodos seguros.

El Día Mundial de la Anticoncepción se celebra cada 26 de septiembre con el objetivo de aumentar la conciencia sobre los métodos anticonceptivos y permitir que las personas tomen decisiones informadas sobre su salud sexual y reproductiva.

A lo largo de la historia, mucho antes de que surgieran métodos modernos como preservativos, DIU o implantes, se recurrieron a múltiples estrategias para evitar la concepción, aunque muchas carecían de eficacia real.

Qué métodos anticonceptivos sin eficacia se realizaron a lo largo de la historia

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En el antiguo Egipto, el Papiro Ebers, que data de alrededor del 1550 a.C., describe el uso de panes, miel, resinas e incluso heces de cocodrilo aplicadas en la vagina. La intención era crear una barrera química contra los espermatozoides, aunque la eficacia era prácticamente nula y el riesgo de infecciones grave. Para quienes no querían usar heces, se empleaban mezclas de miel con bicarbonato de soda, igualmente ineficaces pero documentadas históricamente.

En Europa, hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, algunas mujeres utilizaban el pesario de bloque, un dispositivo incómodo que se colocaba en el cuello uterino durante semanas o meses con la esperanza de impedir la concepción. Su uso resultaba doloroso y el riesgo de infecciones elevado, pero forma parte del registro histórico de métodos anticonceptivos premodernos. Durante los siglos XVII y XVIII en Inglaterra, los condones ya existían, elaborados con intestinos de oveja o pescado, y se utilizaban principalmente para protegerse de enfermedades de transmisión sexual.

En Grecia y Roma, médicos como Sorano de Éfeso recomendaban hierbas y pociones elaboradas con silfio, ruda o menta, con supuestas propiedades anticonceptivas. También se practicaba la interrupción del acto sexual antes de la eyaculación y los lavados vaginales posteriores, aunque ninguno de estos métodos ofrecía seguridad real, y los embarazos no deseados seguían siendo frecuentes.

Otras culturas, como la china y la india, recurrían a hierbas medicinales, aceites y cálculos de días fértiles para intentar evitar la concepción. En África y América precolombina, se empleaban raíces, semillas y cortezas con efectos abortivos o anticonceptivos, así como taponamientos vaginales elaborados con plantas o arcilla. La mayoría de estas prácticas dependía más de la suerte que de la ciencia, y muchas podían resultar tóxicas o causar infecciones graves.

Falsos mitos que persisten hasta hoy para evitar embarazos

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A pesar de los avances en la información, todavía circulan mitos sobre cómo evitar embarazos. Entre los más comunes está la creencia de que orinar después del sexo previene la concepción, lo cual es falso, ya que no afecta al óvulo ni al esperma. Otro error frecuente es pensar que ciertas posiciones sexuales pueden impedir el embarazo, cuando en realidad la fertilización puede ocurrir en cualquier postura.

También persiste la idea de que mantener relaciones durante la menstruación es completamente seguro, lo que solo es parcialmente cierto: el riesgo puede ser menor, pero sigue existiendo, especialmente si el ciclo es irregular. De manera similar, se considera que las duchas vaginales o la llamada “limpieza interna” después del sexo evitan el embarazo, aunque en realidad no protegen y pueden incrementar la probabilidad de infecciones.

Si el objetivo es prevenir embarazos de manera eficaz, los métodos anticonceptivos modernos ofrecen la mayor seguridad. Entre los más confiables se encuentran el DIU y el implante subdérmico, que actúan directamente sobre la ovulación y el útero con una efectividad superior al 99%. También son altamente efectivos las píldoras hormonales, los parches y las inyecciones anticonceptivas, siempre que se utilicen según las indicaciones médicas. Los preservativos masculinos y femeninos no solo previenen embarazos, sino que además protegen frente a infecciones de transmisión sexual.

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