A pesar de la violencia del ataque, la valiente buceadora logró sobrevivir, pero su destino la llevó directamente al quirófano del Centro Médico Flinders. Allí, enfrentó dos cirugías para extraer los dientes del depredador que aún permanecían clavados en su cráneo. Actualmente, O’Shannessy se recupera de las graves lesiones nerviosas sufridas durante el ataque.
Su amigo, al hablar con el portal Perth Now, expresó: "Le está yendo muy bien considerando las circunstancias".
El compañero de buceo de O’Shannessy, cuya rápida intervención pudo haber salvado su vida, logró alejar al tiburón y aplicar presión en las heridas para evitar un sangrado descontrolado. La buceadora fue rescatada por un bote salvavidas, escuchándose sus gritos de angustia, y trasladada de inmediato a la costa.
Este impactante incidente revive la discusión sobre la seguridad en las aguas australianas, donde los ataques de tiburones son eventos infrecuentes pero extremadamente impactantes.
Sin embargo, el drama no se limita a las costas australianas. A principios de este año, en la Bahía de Tóbari, México, un pescador identificado como Manuel López perdió la vida en un brutal ataque de tiburón mientras buceaba en busca de callo de hacha, un molusco de alto valor en el mercado internacional.
El trágico suceso ocurrió el 5 de enero, cuando López, desprovisto de tanque de aire, utilizaba aire de encima del agua mientras buceaba con vieiras. Según el portavoz José Bernal, el depredador "arrancó la cabeza de manera impresionante y mordió en ambos hombros" a López, quien falleció instantáneamente.
Estos incidentes sirven como recordatorio impactante de la imprevisibilidad de la naturaleza y la necesidad constante de precaución al sumergirse en las aguas marinas. Los expertos insisten en la importancia de comprender el comportamiento de los tiburones y adoptar medidas de seguridad adecuadas para minimizar los riesgos en la práctica de actividades acuáticas.