En el complejo entramado jurídico y financiero argentino, el uso de fideicomisos se ha vuelto esencial para la preservación y administración de patrimonios, así como para la participación en proyectos financieros.
Muchas personas no saben qué es un fideicomiso y cómo es su funcionamiento. Todas las dudas en esta nota.
En el complejo entramado jurídico y financiero argentino, el uso de fideicomisos se ha vuelto esencial para la preservación y administración de patrimonios, así como para la participación en proyectos financieros.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha establecido claras directrices sobre el funcionamiento de estos contratos, que se han convertido en una herramienta clave en el ámbito de los negocios y las inversiones.
El BCRA define el fideicomiso como un contrato en el cual una persona, conocida como fiduciante, transmite la propiedad fiduciaria de bienes a otra, el fiduciario. Este último se compromete a ejercer la propiedad en beneficio de un tercero, el beneficiario. Esta forma de titularidad separa la titularidad efectiva de la legal, lo que proporciona flexibilidad y seguridad en diversos contextos.
En particular, el fideicomiso financiero y el fideicomiso bancario destacan como instrumentos claves. El primero permite a los inversores participar en proyectos o cobros futuros mediante deuda o participación de capital. Por otro lado, el fideicomiso bancario se materializa cuando una persona o empresa confía ciertos bienes a un intermediario para su administración y custodia, asegurando el logro de los objetivos establecidos en el contrato.
En Argentina, la duración máxima de un fideicomiso es de 30 años desde su celebración. Sin embargo, excepciones se aplican si el beneficiario es una persona incapaz o con capacidad restringida, pudiendo extenderse hasta el cese de la incapacidad o la restricción, o incluso hasta su muerte.
El fideicomiso puede extinguirse por diversas razones, como el cumplimiento de sus fines, la imposibilidad de su realización, la renuncia o muerte del beneficiario sin sustituto, o el vencimiento del plazo de 30 años sin el cumplimiento de los objetivos.
Una faceta destacada de los fideicomisos es su utilidad en casos de fallecimiento. Cuando una persona muere, el fideicomiso activa las instrucciones contenidas en el contrato. Esto permite al fiduciario distribuir la propiedad sin necesidad de pasar por el complicado proceso de sucesión, agilizando la transferencia de bienes de acuerdo con las disposiciones establecidas.
Además, el fiduciario puede cesar por diversas razones, como la remoción judicial por incumplimiento de obligaciones, incapacidad judicialmente declarada, disolución en el caso de personas jurídicas, quiebra o liquidación, y renuncia, si así se establece expresamente en el contrato.