Preparación paso a paso
Para comenzar, se mezcla el agua tibia con el azúcar o la miel y se incorpora la levadura. Este paso permite que la levadura se active, formando una ligera espuma en la superficie tras unos minutos. En otro bowl, se combinan la harina integral, la harina común y la sal. La incorporación del aceite de oliva ayuda a obtener una masa más tierna y flexible.
Cuando la mezcla de levadura está lista, se vuelca sobre los secos y se integra hasta conseguir una masa homogénea. En esta etapa, el amasado no necesita ser intenso: solo lo suficiente para unir todos los ingredientes. Lo fundamental es dejar reposar la masa en un bowl cubierto, preferentemente en un lugar templado, hasta que duplique su volumen. El tiempo puede variar según la temperatura ambiente, pero suele rondar entre 45 minutos y 1 hora.
Una vez levada, la masa se pasa a una fuente ligeramente aceitada. Se estira con los dedos, presionando suavemente hasta cubrir la base. Estas hendiduras características permiten que el aceite y las hierbas penetren mejor durante la cocción. Antes de llevarla al horno, se agrega un buen chorro de aceite de oliva por encima, se espolvorean las hierbas elegidas y se suma un toque de sal gruesa para potenciar el sabor.
La focaccia se cocina en horno precalentado a temperatura media-alta hasta que la superficie se vea dorada. El tiempo estimado suele estar entre 20 y 30 minutos, dependiendo del horno y del grosor de la masa.
Un pan casero para adaptar a cualquier momento
La focaccia integral no solo funciona como un pan para acompañar comidas: también es ideal para sándwiches, picadas o como snack. Su textura permite conservarla bien durante el día y, si se quiere disfrutar caliente, unos minutos de recalentado bastan para recuperar su aroma y suavidad.
Con pocos ingredientes y un procedimiento sencillo, esta versión integral ofrece un resultado aromático, húmedo y con un toque rústico que la convierte en una opción accesible y tentadora para quienes buscan preparar panes caseros sin complicaciones.