Salud

Lunares peligrosos: cuál es la regla de autocontrol para detectarlos

Pese a que la mayoría de los lunares son inofensivos, algunos pueden transformarse en melanomas, un tipo de cáncer de piel.

La revisión de los lunares y la protección frente al sol son clave para detectar a tiempo un melanoma y reducir el riesgo de cáncer de piel.

La revisión de los lunares y la protección frente al sol son clave para detectar a tiempo un melanoma y reducir el riesgo de cáncer de piel.

Los lunares son, por lo general, lesiones benignas de la piel que no representan un riesgo. Sin embargo, la exposición excesiva al sol y el daño que provoca la radiación ultravioleta pueden favorecer cambios en los melanocitos (las células que producen el pigmento) y aumentar la posibilidad de desarrollar un melanoma. Este tipo de cáncer de piel puede surgir a partir de un lunar previo, aunque también aparece con frecuencia en zonas donde no había lesiones visibles.

El melanoma avanza con rapidez, por lo que identificarlo en etapas tempranas es clave para mejorar las chances de un tratamiento efectivo. Por eso, especialistas recomiendan realizar un control mensual de la piel, idealmente con la ayuda de otra persona para revisar áreas difíciles como la espalda, el cuero cabelludo o las plantas de los pies.

La regla para detectar lunares peligrosos

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La herramienta más práctica para reconocer señales de alerta es la regla ABCDE, una guía sencilla que ayuda a diferenciar un lunar habitual de uno que merece consulta médica:

A – Asimetría: los lunares normales suelen tener forma equilibrada; si una mitad no se parece a la otra, conviene prestarle atención.

B – Bordes: los contornos deben ser parejos; cuando aparecen irregulares, difusos o con picos, pueden indicar un problema.

C – Color: el tono debe ser uniforme. La presencia de varios colores —negro, marrón, rojizo o azulado— en una misma lesión es un signo de alerta.

D – Diámetro: un tamaño mayor a 6 mm no implica cáncer, pero sí justifica una consulta.

E – Evolución: cualquier cambio rápido en la apariencia, el crecimiento o la aparición de lunares nuevos cerca de uno existente debe evaluarse con un especialista.

Cáncer de piel: cómo protegerse del sol sin perder la vitamina D

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La exposición solar sin cuidados es uno de los principales factores que incrementan el riesgo de melanoma. Aunque la luz del sol es necesaria para la síntesis de vitamina D, es importante evitar las horas de mayor intensidad y usar protector solar de amplio espectro, prendas que cubran la piel, sombrero y gafas.

Las quemaduras solares, especialmente las repetidas durante la infancia o adolescencia, elevan aún más las probabilidades de desarrollar cáncer de piel.

También requieren mayor vigilancia quienes tienen piel muy clara, numerosos lunares, antecedentes familiares de melanoma o quienes usan camas solares. Conocer estos factores de riesgo permite reforzar las medidas de prevención y mantenerse atento a posibles cambios.

Además del autocontrol mensual, los dermatólogos recomiendan realizar una consulta anual para detectar lesiones sospechosas antes de que aparezcan complicaciones. Mantener la piel bajo observación y protegerla del sol sigue siendo la forma más eficaz de reducir riesgos.

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