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Por qué no se puede estornudar con los ojos abiertos, según la Ciencia

Es una de esas preguntas que muchos se hacen al menos una vez en la vida: ¿es cierto que no se puede estornudar con los ojos abiertos? ¿Y qué hay del famoso mito que asegura que si lo hiciéramos, los ojos podrían salirse de sus órbitas? Aunque parece una duda trivial, la Ciencia tiene mucho que decir al respecto. Qué significa esta acción.

Mariano Colly
por Mariano Colly |
Por qué no se puede estornudar con los ojos abiertos

Por qué no se puede estornudar con los ojos abiertos, según la ciencia

Es una de esas preguntas que muchos se hacen al menos una vez en la vida: ¿es cierto que no se puede estornudar con los ojos abiertos? ¿Y qué hay del famoso mito que asegura que si lo hiciéramos, los ojos podrían salirse de sus órbitas? Aunque parece una duda trivial, la ciencia tiene mucho que decir al respecto.

Detrás de ese gesto involuntario que ocurre cada vez que el cuerpo intenta expulsar irritantes del sistema respiratorio, se esconde un complejo mecanismo neurológico, profundamente arraigado en nuestra fisiología.

El estornudo: un reflejo milimétrico y potente

El estornudo es una respuesta automática del cuerpo diseñada para protegernos. Se activa cuando algo irrita las membranas de la nariz: puede ser polvo, polen, gases, bacterias o un simple cosquilleo.

En términos fisiológicos, el proceso se desencadena en el tronco encefálico, específicamente en una zona del bulbo raquídeo conocida como el “centro del estornudo”. Esta región coordina un conjunto de acciones que ocurren en cuestión de segundos, pero que involucran a diversos sistemas del cuerpo.

Primero, la nariz detecta un irritante y envía una señal al cerebro. A partir de ahí, se produce una serie de contracciones musculares involuntarias: los pulmones se comprimen, la glotis se cierra, los músculos abdominales y del pecho empujan el aire con fuerza, y finalmente ese aire es liberado de forma explosiva por la nariz y la boca, a velocidades que pueden superar los 160 kilómetros por hora.

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¿Y los ojos? ¿Por qué se cierran al estornudar?

Aquí entra en juego otro elemento fascinante de la fisiología humana: el reflejo oculonasal. Este es un mecanismo neurológico que conecta el nervio trigémino —responsable de la sensibilidad en el rostro y la nariz— con el nervio facial, que controla entre otras cosas el parpadeo.

Cuando se activa el reflejo del estornudo, esta conexión hace que los músculos que controlan los párpados también se activen de manera automática. El cierre de ojos no es una elección, sino parte inseparable del mismo reflejo.

Al estornudar, entonces, no solo es imposible evitar el aire explosivo que sale de nuestro cuerpo, sino también cerrar los ojos con fuerza como una forma de protección.

¿Es peligroso intentar estornudar con los ojos abiertos?

Durante décadas, circuló el mito de que los ojos podrían “salirse” si se estornudaba con ellos abiertos. Aunque esta idea es común, no tiene base científica.

Los ojos están bien sujetos al cráneo por músculos y tejidos conectivos. Incluso cuando la presión interna aumenta con un estornudo, el cuerpo tiene múltiples mecanismos para distribuir esa presión de manera segura. No existe evidencia médica de que estornudar con los ojos abiertos haya provocado alguna vez una lesión ocular grave, y mucho menos una “expulsión” de los globos oculares.

Eso sí, forzar el estornudo o intentar contenerlo cerrando la nariz y la boca puede ser peligroso. En esos casos, la presión que no se libera adecuadamente puede causar daños como ruptura de vasos sanguíneos, lesiones en los senos paranasales o incluso perforación de los tímpanos. Pero eso no tiene relación con mantener los ojos abiertos.

¿Es imposible estornudar con los ojos abiertos?

No. Es difícil, pero no imposible. Algunas personas han logrado hacerlo, especialmente bajo condiciones muy controladas o con entrenamiento consciente para inhibir reflejos corporales.

También se ha observado en ciertos estudios médicos que algunos individuos con daño neurológico o alteraciones en los nervios faciales pueden estornudar sin cerrar los ojos. Del mismo modo, si una persona usa los dedos para mantener los párpados abiertos —algo que no se recomienda—, técnicamente puede lograrlo, aunque se trata de una excepción, no de la norma.

Un reflejo con propósito: protección integral

Más allá de los mitos, el hecho de que cerremos los ojos al estornudar tiene un propósito lógico: proteger nuestros globos oculares del impacto de la presión, de los microorganismos en suspensión y de posibles secreciones expulsadas con el aire.

Al estornudar, el cuerpo produce una contracción muscular generalizada, que involucra músculos faciales, torácicos, abdominales y del cuello. En ese proceso, el cierre automático de los párpados ayuda a reducir el riesgo de que partículas externas ingresen al ojo, especialmente si la persona se encuentra en ambientes con polvo o agentes irritantes.

Además, al cerrarse los ojos, se evita el riesgo de reflejos visuales involuntarios que podrían causar daños en la córnea si, por ejemplo, un objeto se moviera rápidamente en la dirección del rostro.

La ciencia de lo cotidiano

Este tipo de fenómenos demuestra cómo la ciencia se entrelaza con los gestos más comunes del día a día. Un estornudo no es simplemente una molestia o una reacción alérgica: es un ejemplo perfecto de cómo el cuerpo humano coordina múltiples sistemas nerviosos y musculares en una fracción de segundo para protegerse.

Cerramos los ojos al estornudar porque nuestro cuerpo así lo diseñó. Y aunque algunos puedan intentar resistirse, la mayoría no puede evitarlo.

¿Qué dicen los expertos?

Diversos investigadores han abordado este tema desde la neurociencia, la otorrinolaringología y la oftalmología. En declaraciones a medios científicos, varios expertos han coincidido en que:

  • “El reflejo de cerrar los ojos al estornudar es tan automático como el de retirar la mano cuando tocamos algo caliente”, explicó el Dr. Richard Conti, neurólogo del Hospital de Massachusetts.

  • “Aunque abrir los ojos durante el estornudo no debería causar daños, sí podría hacer que partículas ingresen más fácilmente al globo ocular, algo que el cuerpo trata de evitar naturalmente”, comentó la Dra. Alison McGee, oftalmóloga.

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