La superstición de los siete años de mala suerte
La conexión entre romper un espejo y los siete años de mala suerte se remonta a la medicina de la civilización romana. Para ellos, el cuerpo se renovaba por completo cada siete años, un concepto ligado a la salud y a los ciclos vitales del ser humano. Dañar un espejo se veía como una interrupción de ese ciclo, lo que podía traer un período de infortunio hasta que la energía del cuerpo se restableciera.
Con el paso del tiempo, distintas culturas desarrollaron métodos para contrarrestar los efectos negativos de un espejo roto. Entre las prácticas más frecuentes estaba enterrar los fragmentos en tierra fértil, dejarlos expuestos a la luz de la luna llena para purificar su energía, o recurrir a amuletos y talismanes como protección frente a la mala suerte.