El pasado fin de semana, María Noguera, madre de Loan Danilo Peña, brindó una emotiva entrevista desde su hogar, describiendo con angustia y resignación la espera que ya se ha prolongado por más de ochenta días desde la desaparición de su hijo.
En diálogo con el programa Mañanísima de El Trece, María compartió detalles sobre la profunda tristeza que invade cada rincón de su casa. “Hace 84 días ya que seguimos con la cama de él vacía, la mochila de él esperándole para su escuela, teniendo una mochila nueva, esperándole también para estrenar. Ahí está su bombacha de campo, su acordeón y su gorra, su pañuelo y su camisa, esperándole también para vestirse de gaucho y para el baile”, relató con la voz entrecortada.
El hogar de la familia Peña está cargado de símbolos que evocan la presencia del pequeño Loan, cuya ausencia sigue siendo un dolor latente para su madre. Sin embargo, a pesar de su tristeza, María se aferra a la esperanza de reencontrarse con su hijo. “Le vamos a tener, lo vamos a traer, lo vamos a encontrar, así que que venga de nuevo a usar su acordeoncito. Y tiene que ir a su jardín nuevamente”, afirmó, mostrando la fe que la mantiene en pie.
A lo largo de la conversación, Noguera no pudo evitar romper en llanto al revelar uno de los momentos más dolorosos que enfrenta día a día: el tener que esquivar la cama vacía de Loan cada noche. "Armé mi altarcito acá, al lado de mi cama, pero cuando me acuesto, tengo que estar mirando para la pared, porque la cama de él no puedo mirar”, confesó entre lágrimas, señalando el pequeño altar que ha montado en honor a la Virgen de Itatí.
La desaparición de Loan Danilo Peña se acerca ya a los tres meses, y su madre sigue buscando fuerzas para continuar, apoyada en su fe y en la solidaridad de quienes le han brindado su apoyo en este tiempo tan oscuro. “Doy gracias a la gente que siempre me está dando el apoyo, que me vienen a saludar y cuando me mandan saludos, así, de lejos. Hay gente de Estados Unidos que me está apoyando. Doy gracias a todo”, comentó emocionada, reconociendo el consuelo que le otorgan los gestos de cariño.