Antes del ataque, Stacey y Keith caminaban juntos por un sendero solitario del bosque. Parecían una pareja normal, pero detrás de esa apariencia se escondía la oscuridad y la violencia. Hughes, obsesionado con el fisicoculturismo y con músculos inflados gracias a una estricta dieta y anabólicos, tenía un oscuro plan en mente.
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Sobrevivió para contar su calvario después de haber sido enterrada vida
Después de una discusión acalorada, Keith decidió llevar a cabo su terrible intento de femicidio. Utilizando su fuerza física, ahorcó a Stacey hasta dejarla inconsciente y luego la enterró en la tierra, con la intención de ocultar su crimen para siempre.
Sin embargo, el destino tenía otros planes. Como en una película de terror, Stacey logró desenterrarse a sí misma, rasgando la tierra con sus uñas y emergiendo de su propia tumba. Por pura casualidad, unos policías que pasaban por el lugar la encontraron y escucharon su relato aterrador. "Me escapé de mi propia tumba", gritaba Stacey, revelando el intento de asesinato de Keith.
Inmediatamente, la policía comenzó una intensa búsqueda del fisicoculturista. Durante una persecución en automóvil, Keith chocó y fue finalmente detenido por las autoridades. En el momento de su arresto, proclamó con arrogancia: "Nunca la encontrarán". Pero desconocía que su víctima había sobrevivido a su terrible ataque.
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Sobrevivió para contar su calvario después de haber sido enterrada vida
Stacey, luego de recibir atención médica para recuperarse de la experiencia traumática, decidió llevar a su agresor ante la justicia. En el tribunal, relató los horrores que había sufrido y el largo proceso de recuperación que enfrentó. Pasó tres meses en el hospital, donde tuvo que aprender nuevamente a caminar y hablar debido al shock postraumático que le causó el intento de asesinato.
Sin embargo, Stacey nunca pudo superar por completo las secuelas de la violencia que sufrió. Sufría de depresión severa, ansiedad y recurrentes episodios de neumonía debido a la tierra que ingirió durante su entierro. Trágicamente, a los 40 años, en noviembre del año pasado, falleció a causa de una bronconeumonía con toxicidad combinada de medicamentos.
Antes de su muerte, Stacey pudo escuchar la sentencia dictada contra Keith Hughes. El juez Paul Thomas lo condenó a cadena perpetua en la corte de Swansea, en Gales. Sin embargo, se mencionó la posibilidad de que el agresor pueda solicitar la libertad condicional después de cumplir al menos 8 años de su condena, siempre y cuando mantenga buena conducta.
La historia de Stacey y Keith comenzó en 2011, cuando se conocieron en un bar. A lo largo de los años, hubo episodios de violencia en la relación, y Keith fue previamente condenado a tres años y medio de prisión por agredir a Stacey en 2013. Sin embargo, ella decidió perdonarlo y lo visitaba en la cárcel. Creyendo en sus promesas de cambio, retomaron la relación una vez que Keith obtuvo la libertad condicional. Pero su comportamiento violento nunca desapareció.
La familia de Stacey, preocupada por las marcas y moretones que veían en su cuerpo, intentó advertirle del peligro. Sin embargo, la chica negó los maltratos, justificándolos como accidentes o lesiones relacionadas con el gimnasio. Decidida a terminar con la relación, Stacey esperaba el momento adecuado para comunicarlo a Keith. Desafortunadamente, esa tarde en el bosque, su novio reveló su intención de matarla con una frase aterradora: "Si yo no puedo tenerte, nadie podrá".
La historia de Stacey Gwilliam es un testimonio impactante de supervivencia y resiliencia, pero también nos recuerda la persistencia de las secuelas físicas y emocionales que deja la violencia de género. A pesar de su lucha por recuperarse, Stacey nunca pudo recuperar por completo su vida y, finalmente, perdió la batalla contra las consecuencias de aquel día fatídico en el bosque.