La aparente vulnerabilidad de los certificados vuelve a tensar las posiciones entre quienes lo ven como una medida sanitaria necesaria para frenar el avance de la variante Delta y aquellos que lo perciben como un ataque a la libertad y un exceso de control, pese a que ha demostrado que funcionó como un importante incentivo para aumentar la tasa de inmunización en Europa.
En Italia, donde recientemente hubo manifestaciones de grupos contrarios a la obligatoriedad del “Pasaporte Verde”, es obligatorio para los lugares de trabajo, viajes en tren y avión de media y larga distancia, consumos dentro de bares y restaurantes y para ir a gimnasios y teatros, entre otras actividades.
En Alemania, en tanto, las regiones tienen la competencia para establecer este tipo de medidas y los estados federados (una suerte de provincias) deciden si se requiere o no para acceder a lugares como hoteles, gimnasios y cines.
Fuente: Télam