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Las características del reino vegetal

Las características del reino vegetal

Además de cumplir un rol en la cadena alimenticia como sustento de los animales herbívoros, las plantas resultan primordiales para el sostén del planeta y de los seres vivos que lo habitan al producir oxígeno como producto de la fotosíntesis. ¿Cuáles son las características del reino vegetal?

Este artículo presenta las características del reino vegetal y también otros datos referidos a éste como, por ejemplo, cómo se clasifican las plantas y en qué consiste el mencionado proceso de la fotosíntesis.

¿Cuáles son las características principales de las plantas?

A nivel general, al tratarse de seres vivos las plantas poseen las características propias de todos éstos. Es decir, tienen un ciclo de vida que abarca nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte.

Ante todo, las plantas son seres vivos eucariotas y pluricelulares. Esto quiere decir que están constituidos por numerosas células. Cada una de éstas, a su vez, contiene un núcleo dentro del cual se halla el material genético

Otra cuestión fundamental en relación a las plantas es que éstas cuentan con la capacidad de fabricar su propio alimento, por lo que no dependen de otros seres vivos para su subsistencia, fenómeno que se conoce con el nombre de nutrición autótrofa.

La gran mayoría de las plantas necesita del contacto con la tierra para poder vivir, por lo que una de sus características radica justamente en su incapacidad para desplazarse por sí solas.

Asimismo, las que no están en contacto con la tierra, como es el caso de las plantas flotantes, se mueven pero no por voluntad propia. En pocas palabras, el reino vegetal se encuentra integrado por aquellos seres vivos carentes de movilidad propia.

En relación a su cuerpo, la mayor parte de las plantas están formadas por tres partes: la raíz, el tallo y las hojas.

La raíz es la encargada de fijar la planta al suelo terrestre, permitiéndole obtener de éste agua y sales minerales. El tallo, por su parte, es el que separa las hojas del suelo sosteniéndolas de tal manera que éstas estén lo más cerca posibles de la luz solar. Por último, las hojas son clave para la nutrición de las plantas ya que en ellas se realiza la fotosíntesis.

Como se podrá apreciar a continuación, hay algunas que no presentan estas partes en su estructura, al igual que hay otras que incluyen a las flores como una cuarta parte.

¿Qué es la fotosíntesis?

Tal como se mencionó, una de las características del reino vegetal es que sus representantes, las plantas, están capacitadas para alimentarse por sí solas, sin depender de nadie.

Este proceso de alimentación autótrofa recibe el nombre de fotosíntesis. Mediante éste, las plantas utilizan la luz solar como fuente de energía para lograr fabricar su alimento a partir de materia inorgánica.

Una de las partes de las plantas más importantes en este proceso es la clorofila, que es la molécula a través de la cual captan la energía de la luz solar.

Al mismo tiempo, las plantas necesitan de dióxido de carbono, agua y sales minerales. En el caso del primero, lo consiguen principalmente a través del aire gracias a los estomas, unos orificios de tamaño microscópico que se encuentran en las hojas. Para el agua y las sales minerales, en cambio, se valen de las raíces para obtenerlas del suelo.

Una vez elaborado el alimento, el mismo se distribuye desde las hojas hacia el resto de la planta para que ésta se vea nutrida en su totalidad.

Es preciso aclarar que al término de este fenómeno, las plantas despiden oxígeno, ante lo cual se puede afirmar que la fotosíntesis no sólo resulta beneficiosa para ellas mismas en función de su nutrición sino que es fundamental para la naturaleza en general y para todos los seres que dependen del oxígeno para vivir.

¿Cómo se clasifican las plantas?

Una de las clasificaciones más fáciles que se puede hacer en función de las plantas es la que divide a éstas en dos grandes grupos: las que poseen flores (fanerógamas) y las que carecen de ellas (criptógamas).

Más allá de esto, hay otros criterios mediante los cuales se puede realizar una clasificación más elaborada. Éstos consisten en tener en cuenta la presencia de tejidos conductores, de semillas y de frutos.

Los tejidos conductores son aquellos cuya función radica en distribuir los alimentos, las sales minerales y el agua por la planta. Las plantas que no tienen tejidos conductores integran el grupo de los briófitos, mientras que las que sí poseen conforman el de los cormófitos.

Una de las plantas más conocidas dentro del grupo de los briófitos es el musgo, que debido a su pequeño tamaño utiliza todo su cuerpo para absorber humedad y sales minerales y para realizar la fotosíntesis.

Los cormófitos, por su parte, también se dividen en dos grupos: en aquellos que no tienen ni flores ni semillas y en aquellas que disponen de ambas. Las primeras se conocen como pteridófitos e incluyen a los helechos y otras plantas similares.

En relación al grupo de las plantas que poseen flores y semillas, denominado espermatófitos, éste se divide en dos tipos: gimnospermas y angiospermas.

Las gimnospermas poseen la característica de que su semilla se presenta desnuda, es decir, sin fruto que la cubra. Es el caso de las coníferas, grupo que incluye a los pinos, los abetos y los cipreses, entre otras plantas.

A diferencia de este último, las angiospermas presentan la particularidad de que tienen frutos para proteger las semillas. Éstas abarcan una numerosa cantidad de plantas, muchas de las cuales resultan de las más conocidas por todos.