La condena que destruyó su legado
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El final de Ian Watkins cierra el capítulo más oscuro de una vida marcada por el abuso de poder, la manipulación y la autodestrucción.
En diciembre de 2013, Ian Watkins fue condenado a 35 años de prisión -29 efectivos y seis en libertad vigilada- por trece cargos de abuso sexual infantil, entre ellos intentos de violación de bebés y posesión de pornografía extrema.
El caso, ventilado en el tribunal de Cardiff, sacudió al Reino Unido y destruyó por completo su reputación pública. El juez John Royce lo calificó de “depredador sexual manipulador y corruptor”, y afirmó que “el público necesita protección contra alguien como usted”.
Durante la lectura de la sentencia, Watkins se mostró desafiante y sin remordimiento, lo que profundizó el repudio social.
La investigación, que duró más de un año, reveló que el músico había usado su fama para acercarse a mujeres jóvenes y manipularlas emocionalmente, convenciéndolas de cometer actos aberrantes. Dos de ellas -madres de las víctimas- también fueron condenadas.
“Utilizó su estatus y fama mundial para manipular a la gente y abusar sexualmente de menores”, señaló el jefe nacional del Servicio de Policía Penitenciaria para Gales, Des Mannion.
El caso fue descrito por la Policía de Gales del Sur como “la evidencia de abuso infantil más perturbadora jamás registrada en la historia moderna del país”.
Desde entonces, la música de Lostprophets fue retirada de radios, plataformas digitales y tiendas. Los sellos rompieron contratos, y su nombre quedó asociado a una de las historias más oscuras del rock contemporáneo.
La disolución de Lostprophets
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El final de Ian Watkins cierra el capítulo más oscuro de una vida marcada por el abuso de poder, la manipulación y la autodestrucción.
Tras el arresto de Watkins en 2012, el resto de los integrantes de Lostprophets decidió disolver la banda de inmediato. En un comunicado emitido en octubre de 2013, los músicos expresaron su “repulsión, tristeza y shock” ante las acciones de su vocalista.
“Estamos devastados, enojados y disgustados. Lo que hizo es imperdonable. Nuestro dolor está con las víctimas y sus familias”, afirmaron entonces.
Años más tarde, los ex miembros formaron un nuevo proyecto musical bajo el nombre No Devotion, junto con el cantante Geoff Rickly, de la banda estadounidense Thursday. Sin embargo, el pasado de Watkins ensombreció cualquier intento de renacimiento artístico.
Asesinato en prisión
El sábado 11 de octubre, diez años después de su condena, Ian Watkins fue hallado muerto dentro de su celda en la prisión de Wakefield, en el norte de Inglaterra. Según las autoridades penitenciarias, fue apuñalado más de 30 veces por otro recluso en un ataque brutal ocurrido por la mañana.
La policía de West Yorkshire confirmó que los servicios de emergencia acudieron al penal tras recibir una alerta por agresión, pero el músico fue declarado muerto en el lugar.
El agresor, otro interno, fue detenido y trasladado a un módulo de aislamiento, mientras la unidad de homicidios se hizo cargo de la investigación.
“A las 9:39 de la mañana fuimos llamados por personal de HMP Wakefield para informar sobre una agresión a un prisionero. Los servicios médicos intervinieron, pero el hombre fue declarado muerto poco después”, indicó el comunicado oficial.
La autopsia preliminar confirmó que Watkins recibió más de treinta heridas punzantes, muchas de ellas en el torso y el cuello.
Fuentes penitenciarias indicaron que la víctima había sido blanco de amenazas reiteradas desde su ingreso al penal, debido a la naturaleza de sus crímenes.
No era la primera vez que sufría un ataque. En 2023, había sido tomado como rehén durante seis horas por tres presos, aunque entonces sobrevivió con lesiones leves.
Wakefield, la prisión más temida del Reino Unido
El penal de Wakefield, donde cumplía condena, es una de las cárceles de máxima seguridad más antiguas y peligrosas del país. Alberga a asesinos seriales, violadores y criminales considerados de “alto riesgo”.
Apodada “La Bestia de Wakefield”, ha sido escenario de múltiples hechos violentos entre internos.
De acuerdo con fuentes citadas por The Guardian, Watkins estaba bajo régimen de aislamiento parcial por seguridad, pero compartía breves momentos de recreación con otros prisioneros. Los investigadores sospechan que el ataque ocurrió durante uno de esos períodos.
El cuerpo fue trasladado al Instituto Forense de West Yorkshire, donde se realizó la autopsia y se confirmó que la causa de muerte fue una hemorragia masiva producto de múltiples heridas punzantes.
La caída más oscura del rock británico
La noticia de su asesinato reavivó el debate sobre la violencia carcelaria y la figura del músico, cuyo legado artístico fue completamente borrado tras su condena.
Los fanáticos de la banda, que alguna vez lo idolatraron, no tardaron en expresar sentimientos encontrados: tristeza por el final violento, pero también rechazo a lo que representó.
“Fue un hombre que lo tuvo todo y lo destruyó todo”, escribió The Guardian. “Pasó de ser una estrella del rock a uno de los criminales más despreciados del Reino Unido.”
En foros y redes sociales, muchos recordaron los años dorados de Lostprophets, cuando llenaban estadios y marcaban tendencias musicales. Pero también coincidieron en que su música nunca podrá separarse de la tragedia moral y criminal de su líder.
Una muerte que reabre viejas heridas
La unidad de homicidios de West Yorkshire sigue investigando las circunstancias del ataque. Fuentes internas señalaron que la agresión habría sido premeditada y que el asesino podría enfrentar una nueva cadena perpetua.
El Ministerio de Justicia británico, por su parte, abrió una auditoría interna sobre las fallas de seguridad en la prisión de Wakefield.
El caso volvió a poner en discusión la situación de los reclusos por delitos sexuales, que suelen ser hostigados o atacados por otros internos.
“Sabíamos que corría peligro constante. Muchos presos consideraban que no merecía seguir con vida”, confesó un exguardia al diario The Sun.
Un legado irredimible
El final de Ian Watkins cierra el capítulo más oscuro de una vida marcada por el abuso de poder, la manipulación y la autodestrucción.
Su historia es la de un hombre que pasó de llenar estadios a morir en una celda, despreciado por el mismo público que alguna vez lo veneró.
Su muerte, violenta y simbólica, deja al descubierto el reverso siniestro de la fama: cómo la adoración masiva puede encubrir monstruosidades y cómo el mito de la estrella del rock terminó, esta vez, en tragedia y repudio.
“Fue una vida que comenzó con aplausos y terminó en silencio. Ningún escenario podrá borrar lo que hizo”, sintetizó un periodista británico.