El resultado fue revolucionario. En 1967 lanzaron su primer disco, que incluía temas como “Ayer nomás”, “El rey lloró” y, por supuesto, “La balsa”, considerada la piedra fundacional del rock argentino. El tema, compuesto por Nebbia y Tanguito, se convirtió en un himno generacional, vendiendo más de 200 mil copias y abriendo la puerta a un movimiento cultural que rápidamente se expandiría por todo el país.
Galifi no solo aportó su talento como guitarrista, sino que también contribuyó con su estilo particular, influenciado por la música beat y el sonido eléctrico de la época. Su participación fue clave en los tres primeros discos de Los Gatos, que cimentaron la identidad de un género que hasta hoy sigue evolucionando.
En 1968, durante un viaje de la banda a Río de Janeiro para participar en el Festival Internacional de la Canción, Kay conoció a una mujer brasileña. Ese encuentro cambió el rumbo de su vida: decidió radicarse en Brasil, país que se convertiría en su hogar definitivo.
Allí continuó su carrera musical, aunque en un camino más alejado del circuito masivo. Desarrolló proyectos solistas, colaboró con otros artistas y, con el tiempo, se desempeñó también como docente en la Universidad Pública de Río de Janeiro, transmitiendo su conocimiento y pasión por la música a nuevas generaciones.
Lejos de la exposición mediática que tuvieron otros integrantes de Los Gatos, Galifi llevó adelante una vida más tranquila, pero nunca dejó de estar vinculado al arte. Su figura fue reconocida en Brasil como un músico versátil, que supo fusionar influencias del rock argentino con sonidos locales.
Después de casi cuatro décadas en Brasil, Kay regresó a la escena argentina en 2007, cuando Los Gatos decidieron reunirse para celebrar los 40 años de “La balsa”. La gira incluyó presentaciones en distintas ciudades de Latinoamérica y significó un reencuentro con el público que había crecido escuchando sus acordes.
Ese regreso fue celebrado como un acontecimiento histórico, ya que permitió ver nuevamente juntos a los protagonistas de un capítulo fundacional del rock en español. Para Galifi, significó además la posibilidad de reconectar con su tierra natal y con la dimensión cultural de la obra que había ayudado a crear.
La muerte de Kay Galifi deja un vacío difícil de llenar, pero su legado permanece intacto. Los Gatos no solo fueron la primera banda en grabar un disco de rock en castellano, sino que también abrieron el camino para grupos posteriores como Almendra, Manal y Vox Dei, que en los años setenta consolidaron el movimiento del rock nacional.
“La balsa”, grabada con la guitarra de Kay, no solo fue un éxito comercial: representó un acto de identidad cultural. En un contexto en que los jóvenes argentinos buscaban expresarse con voz propia, el rock en castellano se convirtió en un símbolo de rebeldía, libertad y autenticidad.
Los historiadores de la música suelen ubicar a Los Gatos como la semilla de todo lo que vino después: desde Charly García y Luis Alberto Spinetta hasta las bandas contemporáneas que continúan explorando los límites del género. Y en esa semilla, Kay Galifi ocupa un lugar fundamental.
Tras conocerse la noticia de su fallecimiento, músicos y periodistas especializados expresaron su dolor y rindieron homenaje a su figura. En redes sociales, Litto Nebbia lo recordó como “un hermano musical que siempre estará presente en cada acorde de ‘La balsa’”. Otros artistas destacaron su rol como pionero y el valor de haber sido parte de la primera generación de rockeros argentinos.
Los fanáticos también se sumaron con mensajes emotivos, recordando la primera vez que escucharon su guitarra o compartiendo anécdotas de recitales. Para muchos, su partida significa despedirse de un testigo privilegiado de un tiempo irrepetible, en el que la música comenzaba a trazar un nuevo camino en la cultura popular argentina.
Aunque su vida transcurrió en gran parte en Brasil, el nombre de Kay Galifi está escrito en la historia del rock argentino. Su decisión de cantar y tocar en castellano, en un momento en que pocos se animaban a hacerlo, abrió puertas que hoy parecen naturales, pero que en aquel entonces fueron un gesto de audacia.
Su figura también refleja las historias de tantos inmigrantes que llegaron a la Argentina en el siglo XX y que, con su talento, contribuyeron a la identidad cultural del país. Desde Sicilia hasta Rosario, de allí a Buenos Aires y luego a Río de Janeiro, Kay Galifi llevó consigo una guitarra que no solo tocaba acordes, sino que también unía geografías y generaciones.
Este domingo, a los 77 años, Kay Galifi falleció en Brasil, donde había echado raíces desde hacía más de medio siglo. Su nombre quedará ligado para siempre a una de las canciones más importantes de la música en español y a una banda que marcó un antes y un después en la historia cultural de la región.
El rock argentino lo despide con gratitud y con la certeza de que cada vez que suene “La balsa”, cada vez que un joven escuche esos primeros acordes, la memoria de Kay volverá a estar viva.