Historias

"Nos fundimos sin darnos cuenta": el drama de un productor que sufre el impacto de los incendios en Corrientes

Ramón Guevara contó que utiliza mochilas de agua y cuero de oveja mojado para combatir el fuego, que arrasó con hectáreas y animales.
Matías Luciano Rossi
por Matías Luciano Rossi |
En Corrientes ya se quemaron más de 330 mil hectáreas por los incendios forestales (Foto: Corrientes Hoy).

En Corrientes ya se quemaron más de 330 mil hectáreas por los incendios forestales (Foto: Corrientes Hoy).

La señal de la comunicación, por momentos, se entrecorta. Sin embargo, se alcanza a distinguir el momento en el que Ramón Guevara indica las coordenadas: se encuentra en el medio de su campo en Curuzú Cuatiá, Corrientes, donde se dedica a la producción ganadera, junto a su hijo.

Ambos crearon una especie de trinchera bajo el sofocante sol del mediodía en la que se mantienen expectantes y en ese estado de alarma desde hace meses porque el fuego puede aparecer en cualquier momento.

Su hijo, con un cuero de lana de oveja mojado, y él, con una mochila de agua con pistola, alzan la guardia mientras el resto de los trabajadores del lugar se encuentran en el horario del almuerzo.

"Disculpame. Tengo que cortar, estoy viendo algo. Te llamo a la tarde", relata Ramón, acelerado, en el momento en que volvió a divisar la catástrofe ambiental que atraviesa la provincia, que esta semana fue declarada en "estado de emergencia agropecuaria" tras arrasar con más de 330 mil hectáreas (el 4% de todo Corrientes) a causa de los incendios forestales.

La postal no alcanza solo a Corrientes, sino que se repite en diversas localidades como Mercedes, Concepción, San Miguel, Curuzú Cuatiá, Ituzaingó, Saladas, Berón de Astrada, Caá Catí, Santa Ana e Itatí, entre otras, y, en cuanto al clima, el futuro tampoco es alentador. No se avistan lluvias que mitiguen la situación y la última tormenta fue en noviembre.

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Minutos después de primer contacto, Ramón se disculpa y vuelve a comunicarse a través de un audio de Whatsapp. "Ya está, amigazo. Si querés podés hablar con mi hermana que lo hace mejor que yo y a ella le pasó lo mismo. Uno habla de corazón y desde la desesperación de que se prenda fuego el campo. Hay muchas cosas de las que nadie tiene la culpa, pero esto es así", reconoce.

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"Nunca viví algo así. Estamos peleándola. Mi padre y mis abuelos han pasados secas, pero nunca una como esta", confiesa el hombre de 41 años. "El pasto, con la sequía y el calor, se convirtió en combustible. Se prende fuego y con los vientos, no lo parás. Te quema 3 mil hectáreas como nada", grafica sobre la pérdida en carne propia de dos de los cinco terrenos que tiene, uno en Curuzú Cuatiá y el otro en Mercedes.

"A los incendios lo apagamos con la gente del mismo campo, también nos ayudaron bomberos y gente del pueblo. El apoyo fue espectacular", rememora.

Lo que el fuego se llevó

En una suerte de enumeración, Ramón cuenta que los incendios arrasaron con el tendido eléctrico, los alambrados y con animales: 20 terneros, 16 vacas y cuatro caballos, y se lamenta: "Muchas vacas se murieron al buscar a sus terneros. Los animales, ante un incendio, huyen. Sin embargo, se abomban por el humo y se ahogan".

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"El campo es un desierto, esto es una locura. Las reservas de aguas se secaron o no son hondas y, por lo tanto, los animales ya no toman agua limpia. Uno quiere a los animales, no los puedo ver sin alimento. Las mismas napas están flaqueando. Hay muchas que dejaron de tener agua y siguen las altas temperaturas", continúa.

"Esto es un bajón porque venimos castigados con las cosas que pasan. Acá, en el campo, el ganadero no especula. Apuesta todo. Vendés tus terneros, comprás los insumos para vivir y producir más. Esa es la vida que nos enseñaron", afirma Guevara.

Pero para comprender el verdadero impacto de los incendios forestales en su provincia, intenta dar un panorama concreto: "En estos últimos años nos fundimos sin darnos cuenta. Una vaca llegó a valer 800 dólares y hoy 400. Tenemos tierra con la que no nos podemos comparar con la provincia de Buenos Aires. El combustible y la luz, por ejemplo, son más caros que allá y los impuestos nacionales son iguales para todos en cualquier lado".

"Los productores la remamos toda la vida. No se nos puede exigir más de lo que podemos tirar porque ahí nos van a sacar las esperanzas. Trabajamos todos los días para sacar un ternero; eso nos pone felices. Esto es una empresa familiar, trabajamos porque nos gusta y porque no sabemos hacer otra cosa. Ahora hay que salir para adelante", reflexiona Ramón mientras sigue en estado de alerta ante el avance de las llamas que, al menos en el corto plazo, parecen no dar tregua.

Los videos fueron cedidos por el productor agropecuario Ricardo Mathó, de Curuzú Cuatiá.

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