Porque anteriormente y habiendo consultado con distintos sectores involucrados en la comercialización, industrialización y exportación de trigo, se había decidido condicionar la autorización comercial del evento hasta que se demostrara fehacientemente que en Brasil (luego de aprobar el evento) se lo pudiera utilizarcon total aceptación de los usuarios, sin que existieran requerimientos de segregación, ni de etiquetado por parte de la molinería e industria brasileña, como así también, exigir las mismas comprobaciones comerciales en todos los países de destino del trigo argentino con marcos regulatorios en pleno funcionamiento, tales como los del sudeste asiático.
Y se ponían estos condicionamientos porque se conocía la posición de los usuarios brasileros, más allá de la opinión de los científicos de ese país y porque se sabía también cuál podía ser la reacción en otros países importadores que, por el sostenido incremento de la producción (dadas las políticas acertadas para el sector instrumentadas durante el período 2015-2019), habían relegado a Brasil de casi único comprador del trigo nacional a representar con sus compras menos del 50%. Además, existían sobrados antecedentes de que el mercado internacional no era favorable al consumo humano de trigo transgénico y que por esos motivos se habían discontinuado muchos años antes el desarrollo de eventos (aún resistentes a la sequía) en los Estados Unidos y Australia.
No obstante las quejas levantadas por los sectores que podían verse afectados local e internacionalmente por dicha aprobación y los pedidos de información de distintos legisladores, no sólo se llevó adelante el cambio de postura, sino que, inexplicablemente se autorizó la siembra de cerca de 7.000 hectáreas experimentales de este trigo transgénico en la campaña pasada y de 55.000 hectáreas durante la presente, sin saber hoy el mercado quién autorizó las mismas ni cómo será controlada su segregación de manera de evitar todo tipo de contaminación del trigo no transgénico, teniendo en cuenta las dificultades que ello requiere. Debemos notar que, si tenemos en cuenta un rinde promedio de trigo a nivel nacional de 3,3 toneladas por hectárea, la posible producción a cosechar durante la presente campaña superaría las 180.000 toneladas representando casi el 1% de la producción nacional y si se conservara como simiente para el año próximo, permitiría la siembra de casi el 30% del área sembrada.
Con el correr de los días esta alarmante información no sólo dio motivo a que se escribieran artículos sobre el tema y que las entidades de la Mesa de Enlace hicieran un pedido a las flamantes autoridades del Ministerio de Agricultura y Ganadería, sino que un grupo de diputados elevara un proyecto en el Congreso de la Nación pidiendo informes al Poder Ejecutivo. Asimismo, la Asociación Brasilera de la Industria del Trigo (ABITRIGO), que reúne a los molineros de ese país alertó de que no admitirían ningún tipo de contaminación con el transgénico en el trigo de importación de la Argentina y mucho menos en la harina que también se importa. Lo propio hicieron la Asociación Brasileña de la Industria de Panificación y Confitería (ABIP) y de la Industrias de Bizcochos y afines (ABIMAPI).
Sin entrar a analizar los diversos intereses económicos y políticos que se mueven detrás de este asunto y considerando que pronto se expedirá la Comisión Técnica de Bioseguridad de Brasil (CTNBIO), vinculada al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de ese país, lo que debemos señalar son los peligros que nos acechan. Es que si no se aprueba el evento, habrá que ver cómo confinamos y/o destruimos semejante volumen de producción; y si se aprueba su importación a Brasil, por un lado, los importadores directamente pondrán requisitos muy estrictos de calidad para evitar las compras que contengan eventuales trazas de OGM y, por el otro, los demás países importadores de trigo argentino que tengan marcos regulatorio, podrían prohibir su uso para consumo humano.
Conclusión, el trigo argentino puede pasar de ser muy requerido por su buena calidad panadera a ser considerado únicamente como trigo forrajero para alimentación animal. ¿La diferencia? El precio. Se calcula normalmente un 20% menos de valor (guarismo que se refleja hoy en día entre el valor del feed wheat en el ICE de Londres y el del trigo en el mercado de Kansas). Si hoy el valor del trigo argentino FOB enero ronda los USD 300.- la tonelada, pasaría a valer aproximadamente USD 60.- dólares menos. Esta reducción de precio, si se aplicara a las 12 millones de toneladas de exportación representaría cerca de USD 600 millones de perjuicio, sin considerar las pérdidas en el mercado interno por reticencias del consumidor nacional.
No hace falta ser un científico para darse cuenta de la inconveniencia de las medidas tomadas y los permisos otorgados. Por lo tanto, convendría pensar en cómo desactivar el peligro que nos acecha y quién se hace responsable.
(*) El autor fue Subsecretario de Mercados Agropecuarios.
NdR: En las últimas horas, el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, se mostró a favor de la tecnología HB4.