Andrea y el padre de Franco, Aníbal Colapinto, lo visitaron siempre que pudieron, apoyando su camino hacia un sueño que finalmente se hizo realidad. A pesar de la distancia y la dureza del automovilismo, Franco demostró tener la templanza necesaria para afrontar su carrera internacional.
En una entrevista con Infobae, Andrea reconoció las dificultades de la separación familiar y lo ingrato que suele ser el automovilismo. “Hubo muchos momentos, porque es un deporte en el que se tienen más frustraciones que éxitos. El problema más grande era que estaba con poca contención familiar, si bien María y Jamie, y antes de eso, Emi y Romi, que fue la pareja con la que estuvo viviendo un año y pico, supieron cómo llevarlo y contenerlo, la necesidad de la familia se notó en muchos momentos de su carrera”, explicó.
También mencionó la importancia de la ayuda psicológica para sobrellevar los momentos difíciles. “Hubo momentos feos y de frustración, también hubo buenos, pero con la ayuda de su psicólogo (Gustavo Ruiz) aprendió a compensar un poco mejor las frustraciones o los escollos que fue teniendo”, confesó Andrea.
El pasado fin de semana, Andrea estuvo presente en Azerbaiyán para acompañar a su hijo mientras lograba sus primeros puntos en la Fórmula 1. "No puedo parar de llorar. Es impresionante lo que hizo. Acá están todos en el aire", compartió emocionada. Su alegría era comprensible: después de tanto sacrificio, pudo presenciar el momento más significativo en la carrera de Franco Colapinto, quien rompió una sequía de 42 años sin que un piloto argentino sumara puntos en la categoría máxima del automovilismo.