El ascenso y caída de Aaron Hernández, una de las promesas más grandes de la NFL, es una historia marcada por el talento deportivo y una serie de decisiones trágicas que lo llevaron de ser una estrella del fútbol americano a convertirse en un asesino condenado. En junio de 2013, el ala cerrada de los New England Patriots, con un contrato de 40 millones de dólares por temporada y un historial impresionante en la NFL, asesinó a Odin Lloyd, su amigo y concuñado. Este acto violento sacudió al mundo del deporte y expuso una vida privada llena de turbulencias.