El golpe más grande en la vida de Hernández llegó cuando su padre falleció inesperadamente durante una operación de rutina. Esta pérdida marcó un punto de inflexión en su vida, con sus allegados destacando que nunca logró recuperarse por completo. A pesar de sus problemas de disciplina, Hernández fue una estrella en la Universidad de Florida, pero su comportamiento errático llevó a que el entrenador Urban Meyer le sugiriera dejar el equipo. Fue seleccionado por los Patriots en la cuarta ronda del draft de la NFL, una posición sorprendentemente baja para alguien con su talento.
En la NFL, Hernández brilló desde su primera temporada, convirtiéndose rápidamente en una pieza clave de la ofensiva de los Patriots. En su segundo año, fue elegido para el Pro Bowl y contribuyó al equipo en la victoria del Super Bowl, consolidándose como uno de los mejores en su posición. Sin embargo, a pesar de su éxito en el campo, sus problemas personales persistieron.
El primer gran contrato de Hernández, de 40 millones de dólares, parecía confirmar su lugar entre la élite del fútbol americano. Pero su vida fuera del campo se estaba desmoronando. En agosto de 2013, fue arrestado en su mansión por el asesinato de Odin Lloyd, el novio de su cuñada, y en 2015, fue condenado a cadena perpetua. Durante su tiempo en prisión, fue vinculado a otro doble asesinato, aunque fue absuelto gracias a la habilidad de su abogado defensor.
El 19 de abril de 2017, pocos días después de ser absuelto de los cargos adicionales, Hernández se quitó la vida en su celda. Su muerte levantó muchas preguntas, con teorías que van desde la posibilidad de que buscara asegurar la herencia para su familia hasta la especulación sobre su orientación sexual, tema que generó controversia en el ámbito deportivo.