¿Por qué el impacto de la reactivación económica no es homogéneo?
“A diferencia de los varones a los que la recuperación les permitió insertarse en el trabajo registrado, nosotras seguimos en un doloroso 36% de informalidad, con una brecha de género de 5 puntos que encima se agrandó porque durante la pandemia la tasa de inactividad subió mucho en las mujeres”, analizó Florencia Ojea, economista del Centro de Política y Economía Argentina (CEPA).
La brecha en la informalidad es de cinco puntos, mientras que la diferencia en la tasa de desocupación formal entre géneros, pese a achicarse, se mantiene 1,3% en la última medición. Ocurre que la reactivación se dio en “sectores que estuvieron fuertemente parados y que tienen alta participación de mujeres”, explicó María Julia Eliosoff a A24.com, economista e integrante de la Sociedad de Economía Crítica (SEC).
Las mujeres son mayoría en áreas que retomaron la actividad pospandemia como gastronomía, hotelería, turismo. Sectores de “servicio” y a la vez de “cuidado”, como la salud, la educación y el trabajo doméstico son más propensos a estar en condiciones de informalidad y en consecuencia, peores pagos.
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Las tareas de cuidado "interrumpen la trayectoria laboral" de las mujeres
Según el último dossier estadístico del Indec, al tercer trimestre del 2021, 4 de cada 10 mujeres ocupadas de 14 años y más se insertan en sectores relacionados al cuidado, mientras que sus pares varones lo hacen en la industria manufacturera y la construcción, en mayor proporción.
En general, “son empleos temporarios, que pueden realizarse desde el hogar, de pocas horas a la semana o distintas características que los hacen inestables”, detalló Eliosoff y puntualizó: “La recuperación del empleo en general se sostuvo en la creación de empleo autónomo (que muchas veces esconde relación de dependencia), y en el empleo público (sector feminizado)”.
Más mujeres trabajando por menores salarios que los varones
En ese sentido, Ojea planteó que políticas de “regularización de las condiciones de trabajo tendrían también un impacto de género”, al formalizar a quienes también ganan menos en la informalidad. Y es que: la brecha que también persiste es la salarial.
Mientras que en el sector registrado la distancia entre lo que ganan varones y mujeres es del 25%, en los empleos precarizados esta diferencia asciende al 38%. La brecha de ingresos se analiza por ocupación principal, es decir, aquellos que corresponden a la actividad laboral principal. Pero cuando se observa el ingreso personal, laborales y no laborales como pensiones, jubilaciones, cuotas alimentarias, entre otros; ese número alcanza el 28,4%, indicó un informe del CEPA.
“En lo material, el atraso es explícito y es por eso que políticas de ingresos directos, como lo fueron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y lo es la Asignación Universal por Hijo (AUH), por ejemplo, tuvieron un efecto mayor en las mujeres”, advirtió la economista.
Menos horas para trabajar y más “interrupciones” en la trayectoria laboral
Otro informe de EconomíaFemini(s)ta analizó datos del tercer trimestre 2021 respecto a la brecha de ingresos por hora, donde la diferencia “disminuye considerablemente”. En ocupados registrados es de 2.7% y en asalariados informales, del -12.8% en favor de las mujeres.
“Que las brechas sean más amplias comparando ingresos mensuales de bolsillo, y que sean más estrechas cuando se toman los ingresos por hora, sugiere que las mujeres venden en el mercado de trabajo, por lo general, menos horas que los varones”, explicó el análisis.
Esto ocurre porque la distribución de las tareas no remuneradas continúa siendo desigual. Del total de personas que realizan tareas domésticas, un 72% son mujeres y un 28% son varones, indicó el estudio.
Se trata de horas de cuidado que “interrumpen la trayectoria laboral de las mujeres”, advirtió Ojea en conversación con este medio. De hecho, tiene relación con la tasa de actividad (o inactividad” ya que mientras un 50,3% de las mujeres participa del empleo, el resto no guarda relación con el mercado laboral.
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La brecha salarial asciende cuando se tienen en cuenta los ingresos no laborales
“En 2020 esta tasa se profundizó porque somos las que nos quedamos en nuestras casas haciéndonos aún más cargo de nuestros hijos y las actividades del hogar”, explicó la economista de CEPA.
“La tasa de actividad puede aumentar porque las mujeres están consiguiendo más trabajo (tasa de empleo), pero también porque están buscando más trabajo”, resaltó Eliosoff.
Y agregó: “También es súper relevante la caída en los ingresos reales de las familias: ‘No llegar a fin de mes’ contribuye a que dentro de los hogares se generen nuevas estrategias para lograr aumentos de dinero. Por lo tanto, muchas mujeres que estaban “inactivas” pasan a ser parte del mercado laboral. Sin embargo, estos aumentos en los niveles de actividad muchas veces se sostienen en la creación de empleo no registrado”.
¿Puede sostenerse la tendencia a la baja en el desempleo de las mujeres?
Hacia el 2022, las especialistas coinciden en que para sostener la caída del desempleo y la incorporación de las mujeres, es necesario profundizar en políticas destinadas a la distribución de los cuidados y a formalización de empleo no registrado.
“Es necesario ampliar licencias, contar con mayor cantidad de dispositivos públicos de cuidado, fomentar la corresponsabilidad, garantizar salarios dignos y condiciones de trabajo decentes a trabajadorxs del cuidado y de casas particulares, de manera de crear condiciones igualitarias para afrontar el empleo”, indicó Eliosoff.