Opinión | Un año de Milei

La economía bajo la lupa: los riesgos de un programa basado exclusivamente en lo monetario

El presidente devaluó, pero llevó la inflación a una meseta. ¿Es sostenible este programa económico? ¿Qué puede pasar con la economía real?

Pablo Tigani
por Pablo Tigani |
La economía bajo la lupa: los riesgos de un programa basado exclusivamente en lo monetario

Su obsesión en el combate contra la inflación, comienza con la innegable inercia del gobierno anterior, a la que se sumó la inflación que gatilló Luis Caputo al principio del mandato con una devaluación de 118%.

Así las cosas, pretendiendo ignorar su propia responsabilidad, Milei puso rumbo al horizonte. La inflación verificada en los últimos meses como inflación esperada, han mostrado una meseta alrededor de 3% mensual, con presunción a la baja. El crecimiento está comenzando a recuperarse desde niveles muy bajos, ya que el gobierno de Milei genero una recesión de magnitud.

El déficit fiscal, que aparentemente ha desaparecido, tiró debajo de la línea entre 1.2% y 1.9% del PBI. La demanda real de dinero está en aumento, así como el crédito en moneda local. Las reservas brutas y netas son más altas que cuando comenzó el año, aunque aún se encuentran en fuerte terreno negativo. Los diferenciales de los bonos externos se han reducido sustancialmente, y el balance del BCRA ha mejorado a causa de la estatización de la deuda en cabeza del Tesoro.

El índice de aprobación de Milei sigue siendo relativamente alto, a pesar de las dificultades que ha sufrido la clase media y baja en el primer semestre de 2024. Y si bien el gobierno tiene escasa representación en el Congreso, con sus aliados del PRO, la UCR y los sectores “dialoguistas” ha podido aprobar leyes de desregulación, mantener el DNU que anula un número extravagante de leyes, ejerciendo como ningún antecesor, su veto sobre leyes que considera fiscalmente inconsecuentes con sus objetivos.

A pesar de ciertos logros, la tarea está lejos de estar terminada. Argentina aún trabaja con su ministro de Desregulación el desmantelamiento de todos los controles y regulaciones que se propusieron en campaña. Aunque ya se ha trabajado mucho en términos de eliminar las numerosas restricciones regulatorias, los controles de capital aún están vigentes.

El cepo que estableció Mauricio Macri en agosto 2019, aun no pudo ser levantado. La inflación aún está lejos de alcanzar niveles tolerables (es alrededor del doble del IPC que exhibía el Congreso exhortando a disminuirla, durante el gobierno de Cristina Kirchner), aun la política monetaria no rompe su relación con el Tesoro.

La administración requiere obtener acceso al mercado para disipar los riesgos del servicio de la deuda externa a partir de enero de 2026. Asimismo, se negociará un nuevo programa con el FMI.

Marketing vs. realidad

Lo cierto es que el marketing del programa y la gestión económica esta desacoplado de la realidad, cacareando sucesos que no acontecieron. Los desafíos por delante parecen muy difíciles, aunque están lejos de las urgencias que se presentaban en 2023. Hasta ahora la administración Milei ha demostrado la capacidad de lidiar con las dificultades que tenía el gobierno anterior en términos fiscales y monetarios, no es obvio que se podrá seguir avanzando sin dificultades.

El debate macroeconómico habitual gravita en torno al desempeño de la actividad y otras variables cíclicas como la inflación. Pero cuando se aborda Argentina, es necesario alterar el orden, el establishment internacional ha enfatizado durante años que el principal problema macroeconómico, de stagflation que sufrió durante años, fue el déficit fiscal crónico.

Milei se subió a esta idea y no dudó en licuar el gasto público con una llamarada inflacionaria para disminuir el déficit, incluso con los costos sociales que esta acarreando y la brutal caída actividad, el consumo y la inversión, asociados al ajuste.

Hasta octubre, el superávit primario registró un 1,7% del PIB frente a un déficit del 1,5% del PBI registrado en el mismo período de 2023. El saldo general acumulado a la fecha registró un superávit del 0,5% del PBI, frente a un déficit del 2,7% del PBI en el mismo período del año pasado, como dijimos antes, con “contabilidad creativa”.

Sobre una base de los últimos 12 meses, el dato general muestra un presupuesto equilibrado, en comparación con un déficit del 4,4% a fines de 2023. La calidad del ajuste no es la mejor y no es obvio que pueda seguir teniendo sostenibilidad.

El gobierno mantiene su relato: el superávit primario anual de 2024 del 1,7% del PBI, consistente con un déficit general cero en el año. Dicho esto, el desempeño superior observado en octubre sesga la proyección hacia un saldo general más alto en todo el año 2024, un superávit del 0,2% del PBI, difícil de sostener técnicamente.

En el futuro, la naturaleza de la consolidación fiscal deberá cambiar de un modelo de gasto a uno de ingresos, en un contexto de margen más limitado para seguir ajustando los gastos. De hecho, la eliminación del impuesto “PAIS”, junto con la ausencia del aumento extraordinario del impuesto a la renta el año próximo, podría implicar menores ingresos en conjunto de alrededor del 2% del PBI. Un mayor crecimiento del PBI junto con los ingresos adicionales del paquete fiscal aprobado en el Congreso deberá compensar tales déficits.

Qué va a pasar en 2025

Además, todavía hay un matiz que debe resolverse. Analizar las necesidades de financiamiento “por debajo de la línea” se vuelve muy relevante de cara al próximo año, ya que la mayor parte de la deuda en pesos emitida es cupón cero.

De hecho, se calculan pagos de intereses capitalizados por alrededor del 0,9% del PBI hasta el momento. En este contexto, tanto asegurar un déficit general cero como también la renovación de la deuda en pesos se vuelven claves para cerrar la brecha de financiamiento. Las estimaciones de la Fundación Esperanza, muestran que, si el gobierno renueva el 85% de la deuda en pesos que vence en 2025, la brecha de financiamiento podría ampliarse hasta u$s 10.000 millones, lo que requeriría a su vez un mayor superávit primario para cerrar la brecha y/o nuevo financiamiento bilateral o del FMI.

El balance del estado actual de la demanda de moneda local, tiene el foco puesto en la evolución de la demanda real de pesos a través del desempeño del crédito y la creación de moneda secundaria (crédito), y cómo esto impacta en los agregados monetarios que el BCRA ha estado enfatizando en su comunicación.

La demanda real de pesos está aumentando. El mejor indicador para mostrar (aunque es de muy pequeña incidencia sobre el PBI) ha sido la evolución del crédito real en moneda local, que avanza a buen ritmo. A medida que el nuevo crédito eleva los depósitos, estos también crecen, aunque a un ritmo más lento por ahora.

En síntesis

La economía argentina requiere un enfoque transdisciplinario que integre economía, política y análisis social. El éxito de cualquier programa económico no radica únicamente en su diseño fiscal y monetario, sino en su capacidad para generar consensos políticos y sociales duraderos. Sin un anclaje sólido en la credibilidad y la gobernabilidad, el programa económico podría enfrentar un vertiginoso desgaste, exacerbando la ya delicada situación socioeconómica del país.

El uso y abuso superficial de un lenguaje técnico que crea una falsa impresión ignora las ventajas dinámicas de una auténtica dialéctica. La verdad es ineludible: con un 1.2% o 1.9% del PBI de deuda que crece “debajo de la línea” y una contracción del 3% (caída del PBI), el efecto combinado de más deuda y menos crecimiento debería encender las alarmas ya, porque entre enero y febrero solo en deuda en pesos hay que afrontar el equivalente de alrededor de 30.000 millones de dólares.

(*) Pablo Tigani es director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

Se habló de
-

Últimas Noticias