El problema es que las empresas en los primeros meses del año por la recesión y por haber estado China prácticamente cerrada un mes, efectuaron pocos despachos de importaciones.
Al mismo tiempo giraron al exterior mientras se pudo para pagar importaciones del segundo semestre del 2019. Conclusión: no tienen margen para moverse dentro de las normas oficiales.
Y si lo tuvieran, deben pasar el filtro arriba mencionado del ministerio que conduce Matías Kulfas con los cupos o porcentajes arbitrariamente asignados.
Todos estas cuestiones forman parte de los reclamos de la UIA al funcionario. Pero de fondo, se huele que la cotización del dólar oficial está bajo fuerte presión. Las liquidaciones de exportaciones escasean y las demandas de importaciones arrecian.
Difícil es mantener esta situación en el tiempo dado que no se pueden trabar por varias semanas importaciones como bienes para fabricar automóviles, electrodomésticos o bien café o bananas.
La decisión de Alberto Fernández es la de sostener el cambio oficial a cualquier costo dado que el inmediato impacto en la inflación de una devaluación.
Pero ya gradualmente algunas empresas, como las ligadas al software, empiezan a valuar sus productos al dólar celeste, intermedio entre el oficial y el blue.
En teoría las mayores restricciones a empresas sobre el dólar oficial iban a mantenerse hasta el acuerdo con los bonistas. Pero ello viene demorado. Por eso las miradas y las críticas de cada vez más sectores sobre el titular del Palacio de Hacienda.