En ese contexto, la barra disidente de Independiente protagonizó una verdadera cacería contra los pocos simpatizantes chilenos que aún quedaban en la tribuna. Hubo golpes, corridas y escenas brutales: varios terminaron ensangrentados, desnudos y tirados en los asientos. Incluso, uno de ellos cayó desde la tribuna. Para protegerse, muchos hinchas locales ingresaron al campo de juego y esperaron allí hasta la desconcentración.
Pese al despliegue de 650 efectivos policiales y 150 agentes privados, según informó Aprevide, en el sector visitante la seguridad brilló por su ausencia.
Cabe recordar que la Universidad de Chile ya había sido apercibida por Conmebol a fines de julio por incumplimientos en competencias internacionales, como la instalación indebida de banderas y el uso de estructuras prohibidas por parte de su hinchada. Esa advertencia no alcanzó: la violencia volvió a marcar presencia y el partido terminó suspendido.
El hecho generó el repudio del presidente de Chile, Gabriel Boric.
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