Luego de casi tres meses de conflicto, British Airways quedó al borde de la paralización por un plan de reducción de personal. La disputa entre la empresa y los gremios se remonta casi al principio de la pandemia. Más precisamente, desde el mes de abril, una vez que los cielos del mundo estuvieron prácticamente cerrados.
El punto de quiebre se produjo cuando la empresa anunció un plan para recortar 12.000 trabajadores de su planta activa. Desde entonces mantiene una pelea con Unite, la representación gremial que defiende los intereses de los trabajadores de la empresa.
Actualmente, British Airways es propiedad de IAG (International Airlines Group), un consorcio que encabeza junto con Iberia.
Los representantes del consorcio plantearon que la crisis provocada por la suspensión de vuelos por la pandemia es el mayor desafío en la historia de la aeronavegación comercial.
Por eso encararon un programa de transformación como tantas otras aerolíneas en el mundo.
Pero Unite, la representación gremial, rechazó las propuestas por entender que no buscaban una solución ante la pandemia sino cambiar las formas y reglas de trabajo
Así calificaron el plan presentado por IAG en nombre de British Airways. Con ese esquema buscan despedir a los trabajadores, pilotos, personal de abordo y también de aeropuertos y técnicos. Luego, se los volvería a contratar, pero con otras condiciones de trabajo, más favorables para la empresa.
Una simple comparación de esta primera mitad del año con relación al 2019 habla de una caída neta de las utilidades en más del 50%.
La empresa argumenta que el nuevo plan está hecho para sobrevivir a la crisis por el COVID-19. "Si los trabajadores aceptan los cambios a las normas de trabajo, seremos capaces de salvar más fuentes laborales", sostienen.
Por el contrario, la representación gremial entregó una carta con un diferente plan de acción que, denuncian, nunca fue respondido.
