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En septiembre de 2018, una sonda tomó los fragmentos del asteroide Bennu (Foto: captura de TV).
Ahora, está en manos de la NASA para su análisis. Pero el proceso no es tan simple. El material tiene que ser tratado dentro de una atmósfera inerte, es decir, sin ningún elemento que pueda contaminar su contenido. No puede entrar en contacto con capas de polvo, o gases presentes en el aire, como oxígeno y dióxido de carbono. Menos todavía, con bacterias de la Tierra.
Es que uno de los objetivos principales es saber si tiene rastros que puedan señalar la presencia de vida en otros sitios en el espacio.
Una misión asombrosa
La sonda partió en septiembre de 2016. Luego de dos años de viaje, llegó a la superficie del asteroide. Recolectó rápidamente unos 250 gramos y emprendió el regreso. Como estaba previsto, el 24 de septiembre regresó con su valioso cargamento. Pero el ingreso a la atmósfera fue todo un prodigio de la mente humana.
La sonda tenía prefijada la trayectoria exacta para atravesar la capa de ingreso a la atmósfera en el ángulo adecuado para no "rebotar" y perderse en el espacio o estrellarse debido a un ángulo de ataque muy recto. Luego, la cápsula debió hacer todo por sí misma. No había sistemas de control, solo se la podía seguir con un rastreador y finalmente, captada por las cámaras de los satélites, los aviones de reconocimiento y las ubicadas en la zona esperada para el aterrizaje.
Todo salió tal como se esperaba y el contenido de la cápsula está listo para ser analizado.
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Uno de los elementos especiales para analizar los 250 gramos del asteroide Bennu traídos a la Tierra (Foto: gentileza BBC).
A la búsqueda de los orígenes de la vida
Esta es una de las claves de la misión. Por eso, la NASA no quiere que nada pueda "contaminar" esa muestra de apenas 250 gramos. Los científicos quieren saber si entre los componentes hay algo tan diminuto como importante: aminoácidos.
Son moléculas que se combinan para formar proteínas. Los aminoácidos y las proteínas son la base para la evolución de la vida. Para que esto ocurra es fundamental la presencia de carbono. El asteroide Bennu lo tiene, es por eso que, si hay carbono, podrían encontrarse aminoácidos, el primer paso para la vida.
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La NASA creó un ámbito especial para evitar la contaminación de los fragmentos del asteroide (Foto: gentileza NASA).
Bennu, pese a estar a 330 millones de kilómetros, es un asteroide cercano a nuestro planeta. Está dentro del sistema solar y se considera que puede contener registros previos a la formación de los planetas (incluida la Tierra). Por lo tanto, Bennu puede tener indicios -los aminoácidos- de cómo comienza la vida.
De todos modos, como la ciencia está en constante evolución, gran parte del material recolectado quedará resguardado y preservado. Con nuevas herramientas y otra tecnología se podrán conocer elementos que ni siquiera imaginamos, adelantan en la NASA.