El castigo por romper el secreto será inmediato y contundente: la excomunión automática. Esta sanción, reservada para delitos graves, excluye a la persona de la comunión de los fieles y del acceso a los sacramentos.
El precedente de Benedicto XVI y las reglas vigentes
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Los propios cardenales realizarán su juramento de confidencialidad en la Capilla Sixtina. (Foto: Reuters)
El marco legal que regula el secreto del cónclave fue establecido por San Juan Pablo II en 1996, pero fue reforzado por Benedicto XVI antes de su renuncia en 2013. El papa emérito endureció los términos del juramento para dejar en claro que cualquier filtración será penada sin excepción.
Los asistentes deben comprometerse a guardar “secreto absoluto y perpetuo” y a no usar dispositivos de grabación de ningún tipo dentro del recinto.
Medidas de aislamiento y vigilancia extrema en la Capilla Sixtina
Durante la duración del cónclave, que comienza el próximo 7 de mayo, el personal juramentado permanecerá completamente aislado para atender cualquier necesidad de los 133 cardenales electores. La privacidad del proceso estará garantizada con medidas estrictas: las ventanas del sector se oscurecen y se sellan hasta 80 puntos de acceso con plomo.
Además, dos altos mandos de la Guardia Suiza Pontificia -un coronel y un mayor- estarán a cargo de la vigilancia cercana a la Capilla Sixtina, también bajo juramento de secreto.
Los cardenales también prestarán juramento
El miércoles, antes de emitir sus primeros votos, los propios cardenales realizarán su juramento de confidencialidad en la Capilla Sixtina, reafirmando el compromiso de mantener en reserva todas las deliberaciones del cónclave.