¿La pirámide de Keops tiene una réplica en la Antártida? ¿Llegó el hombre hasta una zona más que inhóspita para hacer semejante construcción? ¿Cómo se explica?
Después de años de debate y hasta teorías extraordinarias, los científicos lograron hallar de qué manera hay pirámides como las egipcias en el gélido paisaje antártico.
¿La pirámide de Keops tiene una réplica en la Antártida? ¿Llegó el hombre hasta una zona más que inhóspita para hacer semejante construcción? ¿Cómo se explica?
Estas preguntas han causado más de una controversia cuando se descubrió en el continente blanco una pirámide que podría competir por su parecido con las famosas edificaciones egipcias. La diferencia es que están totalmente recubiertas de nieve. Por fin, luego de varios años de estudio, los científicos tienen una acabada explicación para este fenómeno sorprendente.
Junto con la profundidad de los océanos, el continente antártico es uno de los lugares del mundo que más secretos guarda todavía para el hombre. En parte porque debajo de sus hielos y nieves permanentes -aunque cada vez más afectados por el calentamiento global- hay tierra, que no se sabe exactamente cómo está compuesta y qué riqueza mineral puede guardar en sus entrañas. El tratado antártico de Naciones Unidas compromete a las naciones firmantes a mantener a esa parte del planeta sin causarle daño a su medio ambiente.
Pero las bases que desarrollan investigaciones científicas -entre ellas la de la Argentina- deben luchar contra un clima extremadamente desfavorable la mayor parte del año. Lo mismo puede decirse como para conducir investigaciones submarinas para conocer la estructura de la tierra en la Antártida.
Es por todo esto que la aparición de formaciones como pirámides han sorprendido a los científicos. Sobre todo una que se encuentra en estas coordenadas: 79°58′39.25″S y 81°57′32.21″W. Pero no es la única.
Tiene una forma muy exacta y precisa, como si hubiese sido modelada o creada por el hombre, como en el caso de las pirámides de Egipto. Pero se sabe que el ser humano no tiene la posibilidad de realizar esa tarea en ese lugar del planeta.
Por ejemplo, la pirámide de Keops se construyó en 27 años y se necesitaron a 100.000 hombres, muchos de los cuales murieron en la tarea. Aunque hoy tenemos una tecnología muy superior, es inimaginable hacer una obra semejante durante mucho tiempo. El clima antártico no lo permitiría. Sin embargo, allí está y, como dijimos, no es la única.
Parece un término de una obra de ciencia ficción o un personaje de otras galaxias, pero en realidad el término tiene un sentido muy concreto. Se llama "nunatak" a un pico montañoso que emerge rodeado de un campo de hielo. Y su altura puede depender de varios factores.
Esta es la explicación que más satisface a los hombres de ciencia. Lejos de ser obras de criaturas extraterrestres, los "nunataks" son producto de la evolución de nuestro hogar: la Tierra.
No solo son una fuente de intriga para los científicos. También se comportan como un elemento de ayuda para la presencia del hombre en el continente blanco. Sus picos, casi geométricos, en muchos casos, se destacan en el paisaje homogéneo del hielo y la nieve. En consecuencia, pueden servir de una clara referencia geográfica.
Es el caso de la base argentina Belgrano II, que está montada en torno al nunatak de Bertrab, 18 kilómetros al sur de la costa del mar de Weddell. El nombre se debe a un colaborador del alemán Wilhelm Filchner en su segunda exploración al polo sur en 1912.
La sorprendente montaña se encuentra en la parte sur de la cordillera Ellsworth de la Antártida y lo que fascina es su forma con una geometría extraordinaria, como la pirámide de Keops.
Aunque en este caso, no fue la idea de un arquitecto egipcio que utilizó a cientos de miles de hombres para levantar una obra maravillosa para conformar a un faraón. En la Antártida hubo otro "responsable", tan riguroso como quien actuó en las arenas del valle de los reyes: la naturaleza.
Como ya dijimos, los científicos establecieron que se trata de formaciones rocosas que traspasan la capa de hielo y nieve permanente. Al ser picos montañosos, quedan a merced del viento, las tormentas y la erosión durante millones de años. El resultado es una pirámide que parece geométrica y con paredes casi perfectas, talladas o "fabricadas" por la paciente erosión durante la evolución de la Tierra. El trabajo en conjunto de la nieve, el hielo y el viento le han dado esa apariencia a la pirámide antártica.
Develado el misterio de su "construcción", queda otro tanto o más interesante. Saber qué hay en su interior. Por supuesto que no hallaremos tesoros de oro o sarcófagos preciosos y labrados. En todo caso, de nuevo, es la naturaleza la que, con su erosión continua, deja al descubierto capas para investigar su historia geológica.
Si la pirámide guarda minerales u otros elementos que puedan favorecer al hombre, ya lo sabremos. Solo es cuestión de tiempo.