Tatiana, heredera de los Kennedy, confesó la brutal noticia que recibió cuando nació su hijo: "Agregué una tragedia a la familia"
La nieta de John F. Kennedy compartió un relato estremecedor sobre el momento que cambió por completo su vida y la de su familia. En un ensayo publicado en The New Yorker, Tatiana Schlossberg reconstruyó el impacto de la noticia que recibió el mismo día en que nació su segundo hijo.
La confesión más dura de Tatiana Schlossberg, una Kennedy: "Agregué una nueva tragedia a la familia".
La descendencia del clan Kennedy carga, desde hace décadas, con una historia marcada por tragedias, muertes repentinas y situaciones que quedaron grabadas en la memoria colectiva de Estados Unidos. Sin embargo, pocas veces una integrante de la familia decidió narrar en primera persona una experiencia tan íntima y devastadora.
Tatiana Schlossberg, nieta del presidente John F. Kennedy e hija de Caroline Kennedy, publicó un extenso ensayo en The New Yorker donde reveló que padece una forma terminal de leucemia mieloide aguda, diagnosticada el mismo día en que nació su segundo hijo.
Su texto, titulado “A battle with my blood” (“Una batalla con mi sangre”), se viralizó de inmediato y generó impacto internacional no sólo por la contundencia del relato, sino porque expuso con crudeza la convivencia entre la maternidad reciente, el miedo a la muerte y la sensación de estar repitiendo la sentencia trágica que arrastra la historia familiar.
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Un diagnóstico brutal en el momento más luminoso
Tatiana Schlossberg tenía 34 años cuando, en mayo de 2024, ingresó al hospital Columbia-Presbyterian para dar a luz a su hija. Diez minutos después de su llegada, la bebé nacía sana, y junto a su marido, el médico George Moran, vivían lo que hasta entonces creían que sería uno de los días más felices de su vida.
Pero todo cambió en cuestión de horas. Un análisis de sangre de rutina mostró un valor anormal: un recuento de glóbulos blancos de 131.000, frente a un rango normal de 4.000 a 11.000. De inmediato, los médicos advirtieron que podía tratarse de leucemia mieloide aguda. Su esposo comenzó a consultar especialistas, pero nadie podía dar una explicación tranquilizadora.
Finalmente, el diagnóstico se confirmó: una leucemia con una mutación rara, Inversión 3, que suele aparecer en pacientes de edad avanzada y con un pronóstico generalmente desfavorable.
“No podía creer que estuvieran hablando de mí. Había nadado una milla el día anterior embarazada de nueve meses. No estaba enferma”, escribió en el ensayo.
La noticia llegó en el peor de los momentos posibles. Su hijo mayor estaba en el hospital para conocer a su hermana, pero la trasladaron de urgencia a otra planta y la familia debió despedirse sin comprender aún la dimensión del problema.
Tatiana Schlossberg, hija de Caroline Kennedy 2
Meses de tratamientos, recaídas y una lucha devastadora
Desde ese día, la vida de Tatiana se transformó por completo. Comenzó un tratamiento agresivo que incluyó: múltiples rondas de quimioterapia, dos trasplantes de médula ósea, uno con células de su hermana y otro con un donante anónimo, ensayos clínicos experimentales, terapia CAR-T y hospitalizaciones prolongadas, algunas de más de 50 días.
En el medio, su cuerpo atravesó episodios de extrema gravedad: una hemorragia posparto, síndrome de liberación de citocinas, infecciones pulmonares, fallas hepáticas, y una inesperada complicación: una variante del virus Epstein-Barr que afectó severamente sus riñones, dejándola temporalmente incapaz de caminar.
Reaprendió a caminar, perdió peso, fuerza, cabello y autonomía. Pero lo más devastador fue comprender que, aun así, las probabilidades de supervivencia eran mínimas.
Durante su último ensayo clínico, uno de los médicos fue contundente: “Podría mantenerte con vida un año. Quizás”.
“Mis hijos no me recordarán”: el temor más profundo
Tatiana y su esposo tienen dos hijos pequeños: un niño de dos años y una bebé recién nacida. Gran parte del ensayo gira en torno a ese miedo central, irreversible: desaparecer antes de que sus hijos puedan atesorar un recuerdo real de ella.
“Mi hijo quizás recuerde algo, pero también puede confundirlo con historias o fotografías. Mi hija tal vez no recuerde nada. No pude cuidarla: no pude bañarla, alimentarla ni cambiarle un pañal”, escribió con una honestidad desgarradora.
También habló del dolor silencioso de su esposo y sus padres, que la acompañaron todos los días durante los meses de internación. “He tratado toda mi vida de no agregar más tragedias a esta familia, pero ahora lo hice y no puedo detenerlo”, admitió.
El trastorno político familiar: su crítica a Robert Kennedy Jr.
En un capítulo inesperado, Tatiana reflexiona sobre la ironía de su propia enfermedad y la realidad política de Estados Unidos. Su primo, Robert F. Kennedy Jr., hijo de Robert Kennedy y sobrino de Caroline, fue nombrado secretario de Salud y Servicios Humanos en la administración de Donald Trump.
Schlossberg fue tajante: “Era una vergüenza para mí y para mi familia inmediata”, escribió.
Criticó especialmente los recortes impulsados por él en: investigación de vacunas ARNm, fondos de los NIH, y avances científicos que, según Tatiana, representan la única esperanza para miles de pacientes como ella.
Su familia intentó frenar su designación. Su madre, Caroline Kennedy, presentó una carta al Senado pidiendo bloquear la confirmación. Su hermano denunció públicamente sus mensajes antivacunas.
Mientras tanto, Tatiana observaba todo desde su cama de hospital, dependiendo de los tratamientos cuyo financiamiento -explicó- su propio primo estaba debilitando.
El legado Kennedy y la sensación de un destino repetido
La historia de Tatiana Schlossberg sumó un capítulo más a la mítica y dolorosa saga de los Kennedy:
el asesinato de John F. Kennedy en 1963,
el asesinato de Robert Kennedy en 1968,
la muerte de John F. Kennedy Jr. en un accidente aéreo en 1999,
y otras tragedias familiares que marcaron a varias generaciones.
Tatiana escribió: “Durante toda mi vida traté de ser buena hija, buena hermana, buena persona. Y ahora he agregado una nueva tragedia a nuestra familia, y no hay nada que pueda hacer para evitarlo”.
Un ensayo sobre la vida, la muerte y el tiempo que queda
Su texto en The New Yorker es un viaje íntimo por: los recuerdos que vuelven cuando uno presiente la muerte, los detalles cotidianos que se convierten en anclas emocionales, la fragilidad del cuerpo, la fuerza del vínculo con los hijos, y el esfuerzo monumental por seguir viva un día más.
Entre anécdotas, confesiones y descripciones clínicas, Tatiana escribe con una lucidez inmensa: “Tal vez mi cerebro está repasando mi vida porque no tengo mucho tiempo para crear nuevos recuerdos”.
La periodista ambiental confesó que planeaba escribir un libro sobre océanos. Ahora, su tiempo está dedicado a estar con sus hijos, aunque la enfermedad le impida hacer todo lo que desea.
“Intento vivir el presente, pero es más difícil de lo que parece. Así que dejo que los recuerdos vengan y se vayan”, concluye.
Hoy, de acuerdo con su equipo médico, el pronóstico es reservado y extremadamente limitado. Aun así, su testimonio se convirtió en una pieza conmovedora, profundamente humana y política a la vez.