Muchas teorías apuntan que el brutal crimen se produjo cerca de la avenida donde se encontraba la heladería dado que la profundidad de la herida no le habría permitido caminar largos tramos. Las imágenes de una cámara de seguridad instalada en el interior de la heladería muestran el momento en el que la víctima ingresó al comercio, se acercó al mostrador y se desplomó sobre el piso con evidentes signos de dolor.
Sorprendido por lo que estaba ocurriendo, un cliente trató de asistirlo y uno de los cuatro empleados que se encontraban de turno se encargó de llamar al 911 para dar aviso de la situación.
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Vista satelital del lugar donde se produjo el hecho (Foto: Google maps)
Quién era el hombre apuñalado en Palermo y cuál fue su último pedido antes de morir
La víctima del crimen fue identificada como Mariano Barbieri, que era padre de un bebé pequeño, vivía en la localidad bonaerense de San Isidro y trabajaba como Ingeniero Civil.
Su esposa escribió un emotivo mensaje de despedida en las redes. "Mi amor, papá de mi bebé, te amo hasta el último de mis días. Por favor dame fuerza para criar a nuestro hijo. Siempre sabrá que su papá era un loco que vivió la vida a pleno", expresó.
En su cuenta de Facebook, Barbieri solía postear fotos de su hijo, nacido en julio, y se mostraba feliz con su pareja, a quien conocía hacía dos años.
Además, se lo veía en regatas y realizando remo. Se supo que también jugaba profesionalmente al handball en la Sociedad Alemana de Gimnasia de los Polvorines.
"Nunca entiendo que sucedió en la vida para que todos estos cambios, entre ellos enamorarme, estar en pareja y ahora nuestro Luca, que eran inesperados para mi, de pronto sucedan, fluyan y me llenan de libertad y de felicidad en partes iguales", contaba en un posteo de marzo.
Como ingeniero civil, había egresado en 2011 de la Universidad de Buenos Aires y llegó a trabajar el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Desde hacía poco, tenía una empresa llamada Ideas, donde planeaba desarrollos estructurales sustentables.
“No me quiero morir”, fue una de las últimas frases que llegó a esbozar antes de caer tendido en el piso de la reconocida heladería de Palermo. Tenía 42 años.