Años sin contacto y un olor revelador
El familiar, hermano e hijo de las víctimas, fue quien finalmente rompió el silencio de años. Hacía tiempo que no sabía nada de ellos, pero su visita no fue por sospechas recientes, sino por un impulso, una inquietud tardía. Al ingresar a la vivienda, el hedor putrefacto que lo recibió fue la señal de que algo grave había ocurrido hacía ya mucho tiempo.
Tras confirmar lo que veía, llamó al 911. Hasta la propiedad se desplazaron efectivos del Comando de Patrullas y personal forense, quienes iniciaron las diligencias de rigor. De inmediato, se activó una causa judicial bajo la carátula de "averiguación causales de muerte", que quedó en manos de la UFI N°7 del Departamento Judicial de La Plata.
Quiénes eran las víctimas
Las autoridades identificaron al hombre mayor como Roberto Roque Pez, un jubilado de 76 años que sufría de varias enfermedades. Fue encontrado acostado en su cama, lo que refuerza la hipótesis de que habría muerto mientras dormía.
Junto a él, en otra parte de la vivienda, se hallaba su hijo, Ricardo Aníbal Pez, de 57 años, cuadripléjico y sin capacidad de hablar. El hombre vivía totalmente dependiente del cuidado de su padre. Con la muerte del jubilado, Ricardo quedó absolutamente solo, sin posibilidad de pedir auxilio, moverse o siquiera comunicarse. Su fallecimiento habría ocurrido poco después, también dentro de la vivienda, y en completa soledad.
Una cadena de abandono
Este caso puso en evidencia una dolorosa realidad: cómo el aislamiento y la falta de vínculos familiares pueden convertirse en una trampa mortal. Que el hermano haya estado cuatro años sin contactarse da cuenta de una historia familiar quebrada o, al menos, de vínculos frágiles.
Nadie en el barrio notó la ausencia de los Pez. Nadie reportó ruidos, olores o movimientos extraños. La casa simplemente quedó en silencio, como si sus habitantes hubieran desaparecido del mundo.
El rol de los vecinos: entre la sorpresa y la culpa
Varios residentes de Villa Elvira dijeron estar sorprendidos por lo ocurrido. Algunos aseguraron no haber visto movimiento en la casa durante años, pero asumieron que los habitantes se habían mudado o estaban siendo atendidos en algún centro médico. Nadie imaginó el desenlace que se escondía tras esas paredes.
“Pensé que ya no vivían ahí”, dijo una vecina al medio local Diario Hoy. Otros, en cambio, admitieron que el olor había aparecido en algunos momentos, pero que creyeron que venía de algún animal muerto o de acumulación de basura. Nunca imaginaron que dentro de esa casa dos personas estaban muertas desde hacía tanto tiempo.
Una investigación que busca respuestas, pero también reconstrucciones
La fiscalía a cargo analiza los informes forenses y trabaja sobre una línea principal: que el padre falleció primero, posiblemente mientras dormía, y que su hijo murió al poco tiempo debido a su dependencia total. La falta de auxilio, alimento, agua y cuidado habría provocado una muerte lenta, dolorosa y completamente evitable si alguien hubiera estado cerca.
Los peritos trabajan además sobre el estado general de la vivienda, el tipo de enfermedades que padecía el padre y cómo era la rutina diaria de ambos. Intentan, en definitiva, entender por qué nadie notó su ausencia durante tanto tiempo y cómo fue que pasaron completamente desapercibidos.
Soledad, discapacidad y olvido
El caso refleja una combinación letal: vejez, discapacidad severa y aislamiento. En Argentina, como en muchos otros países, existen personas en situación de vulnerabilidad extrema que, si no cuentan con redes de contención, quedan totalmente expuestas. En este caso, la dependencia absoluta entre padre e hijo se convirtió en un riesgo que, finalmente, los dejó sin salida.
“Esto no tendría que haber pasado”, comentó un agente del área forense. “Si alguien hubiera estado al tanto, aunque sea una visita mensual, esto se hubiera evitado”.