Pero las conductas van mucho más allá de un simple bloqueo. Los relatos incluyen gritos a cualquier hora, piedrazos contra las casas, pintadas con pintura sintética y timbres sonando de madrugada. Una de las agresiones más graves ocurrió contra una combi escolar que recoge a chicos de la cuadra, entre ellos una de las nietas de Viviana. “Ahí sentimos que se había cruzado un límite”, subrayó.
El salón de fiestas en la mira
Una posible explicación para tanta hostilidad parece estar en un salón de fiestas que funciona en la misma cuadra. De acuerdo con los testimonios, el hombre y su hermana se quejan permanentemente de los ruidos y dirigen la mayoría de sus ataques contra ese lugar.
“Rompió las cámaras de seguridad, el medidor de luz, los timbres, hasta tiró pintura blanca en las paredes”, detalló Viviana. Videos grabados por los vecinos muestran cómo arroja adoquines directamente contra el portón del salón.
Reunión vecinal y más incidentes
Hace pocos días, los habitantes de varias cuadras se reunieron con autoridades municipales para dialogar sobre tareas de embellecimiento en la zona. La reunión terminó en escándalo: el hombre y su hermana irrumpieron y comenzaron a gritar insultos e improperios.
Después de ese episodio, según los vecinos, el hostigamiento empeoró: timbrazos de madrugada, más piedrazos contra viviendas y nuevos ataques a propiedades.
Vecino agresor 2
Piedrazos, insultos y barricadas: el calvario que sufre un barrio entero por un vecino desquiciado. (Foto: captura de video)
La respuesta del Estado: patrulleros y un callejón sin salida
La desesperación llevó a los vecinos a llamar al 911 en varias oportunidades. Patrulleros de la Policía Bonaerense acudieron a la cuadra, pero no pudieron hacer demasiado más que intentar disuadir al hombre.
La recomendación fue acudir a la Justicia. Sin embargo, allí tampoco encontraron respuestas claras. “Presenté la denuncia por mail, pero me dijeron que la iban a archivar porque no era mi propiedad la dañada”, relató Viviana. Las actuaciones fueron derivadas al Juzgado de Familia Nº 4, bajo la hipótesis de que se trata de un caso de salud mental más que de un delito penal.
La burocracia dejó a los vecinos en un limbo. La Policía asegura que solo puede hacer prevención; la fiscalía responde que no hay delito penal; y el fuero de familia todavía no intervino con medidas concretas.
Un barrio en estado de alerta
Durante un móvil televisivo, se registraron escenas de extrema tensión. Mientras los vecinos contaban lo que vivían, el hombre amagó con golpear en la cara a una vecina frente a las cámaras y a la policía.
La mujer logró esquivar el golpe, pero la situación dejó al descubierto el nivel de violencia latente. “Estamos agotados, no podemos dormir, vivimos en un estado de provocación constante. Sentimos que en cualquier momento puede pasar una tragedia”, expresó Viviana.
De acuerdo con los testimonios, la familia del agresor vive en la cuadra desde hace décadas. Antes, la situación parecía estar contenida. El padre, ya fallecido, se ocupaba del cuidado del hijo. La madre, hoy postrada, tampoco puede intervenir. El hombre convive con su hermana, quien, según los vecinos, no solo no logra contenerlo, sino que en ocasiones lo incita a continuar con sus ataques.
“Tenemos videos donde se la ve ayudándolo a mover basura para bloquear la calle. Después lo filma con el celular como buscando que alguien lo agreda para tener pruebas”, denunciaron los vecinos.
El salón de fiestas, principal damnificado
Aunque toda la cuadra sufre las consecuencias, el salón de fiestas parece ser el blanco más repetido. La fachada muestra paredes manchadas de pintura, portones golpeados, luces exteriores rotas y cartelería dañada.
Desde ese lugar aseguran que los ataques comenzaron hace más de un año, mucho antes de que el resto de los vecinos empezara a sufrir la violencia.
El límite del miedo
Más allá de los daños materiales, lo que más preocupa a las familias es la posibilidad de que la violencia escale aún más. “Hoy son piedras, basura y gritos. Mañana puede aparecer con un cuchillo o un arma”, advierten.
La sensación generalizada es de desamparo. Nadie parece dar una solución efectiva: ni la policía, ni la fiscalía, ni los organismos de salud. Mientras tanto, la convivencia se vuelve cada día más peligrosa.
“¿Qué están esperando, que pase una tragedia?”, se preguntan los vecinos.
“Necesitamos vivir en paz. Somos gente de trabajo, hay personas mayores recuperándose de enfermedades, chicos que van a la escuela. No podemos seguir así”, concluyó Viviana.