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Un año de "unidad" peronista: cuáles fueron los momentos en que crujió la alianza del Frente de Todos

Nicolás Poggi
por Nicolás Poggi |
Un año de unidad peronista: cuáles fueron los momentos en que crujió la alianza del Frente de Todos

"Hay que llegar a marzo", repetían los escoltas de Alberto sobre mitad de año, cuando la cuarentena había empezado a resquebrajarse y los anuncios solían estar varias semanas atrasados respecto del comportamiento social. Un diagnóstico -el de poner marzo como objetivo- que revelaba la necesidad de capear las diferentes crisis para relanzar la gestión en el año electoral, y que hablaba a su vez de los distintos hervores de un peronismo “frentista” al que le sigue costando pactar unidad.

A un año del gobierno de Alberto Fernández, los arquitectos de la maqueta -La Cámpora, el PJ, el massismo, los movimientos sociales- pueden mostrar el diploma de buen comportamiento, más por espanto a que la oposición pueda dividirlos que por amor a la unidad. La cohesión volverá a crujir cuando sea el momento de armar las listas, pero se presume que todos los peronistas del Frente de Todos son conscientes de que este armado -por más trabajoso que sea- es la única carta disponible si quieren ser competitivos después de un 2020 atroz.

La tan declamada unidad del peronismo pasó este año por varios trances de inestabilidad:

Momento 1: Jubilaciones en pandemia

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Largas filas de jubilados en el Conurbano.
Largas filas de jubilados en el Conurbano.

El moño de la unidad comenzó a desatarse descuidadamente a comienzos de abril, cuando por desidia o distracción se resolvió que miles de jubilados se amontonaran en los bancos del Conurbano para cobrar sus haberes. El Gobierno venía trabajando una línea muy dura de distanciamiento social, y las postales de las largas filas humanas bajo el sol fueron un retroceso. El peronismo empezaba a fallar en lo que mejor le salía: el manejo del territorio.

Ante la sola posibilidad de lucir alejado de la realidad, la administración actuó rápida de reflejos y le hizo pagar el costo político al por entonces jefe de ANSES, Alejandro Vanoli (un cristinista). ¿Dónde se buscó el recambio? En La Cámpora, que “cedió” a Fernanda Raverta del gobierno de Axel Kicillof (donde era ministra de Desarrollo de la Comunidad). El cargo que dejó vacante Raverta fue ocupado, a su vez, por otro camporista, Andrés “Cuervo” Larroque, que dejó la Cámara de Diputados para ir a La Plata.

El colapso de las jubilaciones en cuarentena generó que un sector del peronismo empezara a desconfiar de la gestión de la pandemia. Sin embargo, en la Casa Rosada siguen jurando que quien propuso separar a Vanoli fue Santiago Cafiero.

Momento 2: La aventura de Vicentin

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La protesta de los acreedores de Vicentin en Rosario.
La protesta de los acreedores de Vicentin en Rosario.

Lo que se pretendió como una resolución administrativa puso al gobierno peronista a las puertas de una reacción que a muchos les recordó el levantamiento anti-impositivo de la 125. La intervención de Vicentin, ejecutada a través de un proyecto de la camporista Anabel Fernández Sagasti y anunciada en medio de la languidez de una tarde de cuarentena, le regaló a la oposición la consigna que les estaba faltando, y no hizo falta mucho más para que los chacareros rodearan la sede de la empresa en la ciudad santafesina de Avellaneda en busca de una nueva epopeya.

De nuevo, el peronismo se perdía en discusiones sobre a quién le cabía la responsabilidad de aquel movimiento. No fue suficiente el apoyo de gremios, cooperativas, intelectuales. Ni siquiera calmó los ánimos la intervención del gobernador Omar Perotti, de la línea del PJ tradicional. Sergio Massa no estaba de acuerdo con la intervención, pero guardaba silencio. Y hay quienes dicen que hasta Máximo Kirchner la desaconsejó durante una de las primeras discusiones. Hasta que el peronismo tuvo que admitir la derrota y anular el decreto.

Momento 3: Inseguridad, tomas y Guernica

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Andrés Larroque en Guernica (Foto: archivo)
Andrés Larroque en Guernica (Foto: archivo)

Las mayores intermitencias se dieron cuando la situación social fue más crítica. La pandemia motivó tomas de terrenos en distintos puntos del país y el Gobierno tardó -de nuevo- en reaccionar. Las declaraciones de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, de que esas prácticas no constituían delito llevaron a una tensión interna de la que terminó haciéndose cargo Massa, que tenía una postura contraria. “Voy a hablar con ella”, llegó a decir públicamente el presidente de la Cámara de Diputados.

Ante la toma de Guernica, La Cámpora primero apeló a la política -negociar con las familias- para finalmente responder con palos -la represión orquestada por Sergio Berni-, lo que hizo eclosionar no sólo su discurso como organización política sino también la plataforma toda del Gobierno para resolver los problemas: lo que estaba ocurriendo en aquel territorio bonaerense no tenía nada que ver con las horas y horas de declaraciones fervorosas en los actos y los medios. La cohesión comenzaba a lesionarse.

Momento 4: Entre Ríos, segunda aventura

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El Proyecto Artigas, de Grabois, en el campo Casa Nueva.
El Proyecto Artigas, de Grabois, en el campo Casa Nueva.

Casi paralelamente, cuando el peronismo todavía no se recuperaba del golpe autoinfligido en Guernica, la organización de Juan Grabois ocupó un terreno que la familia del ex ministro macrista Luis Etchevehere tenía en disputa judicial. Desde entonces, el discurso de una parte del Gobierno (el kirchnerismo) abandonó cualquier pretensión de moderación y convirtió esa disputa en una gesta emancipadora. El resultado volvió a ser negativo -el fallo fue contra los usurpadores- y el peronismo se volvió de Entre Ríos con otra derrota. ¿Falló el control de mandos? ¿Había sectores que actuaban por su cuenta? ¿La confianza ya estaba rota? Lo que vendría lo dejaría en claro.

Momento 5: Máximo, el PJ y los intendentes del Conurbano

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Máximo Kirchner y su campaña en el Conurbano.
Máximo Kirchner y su campaña en el Conurbano.

Sobre mitad de año, y después de varios traspiés, comenzó a ser evidente que Máximo Kirchner se movía por su lado. El 17 de octubre le hizo un desplante a Alberto en el acto por el Día de la Lealtad en la CGT (donde hizo una visita fugaz). En la sesión de Diputados en la que se aprobó el Presupuesto, evitó hacer su discurso de cierre como jefe de bloque, alterando la tradición legislativa. Tampoco participó de la ceremonia en el CCK en homenaje a Néstor Kirchner porque prefirió irse a Lomas de Zamora con Martín Insaurralde. Desde entonces, organizó (y mostró) sus propias reuniones políticas con los jefes del Conurbano (el objetivo territorial de La Cámpora para 2023).

Los propios intendentes, a su vez, empezaron a plantearle al Gobierno la necesidad de continuar con el IFE a fin de año, pero no fueron escuchados. Tuvieron que aceptar la decisión.

Momento 6: Frialdad con Cristina

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Cristina Kirchner y su polo de poder en el Senado. (Foto: AFP)
Cristina Kirchner y su polo de poder en el Senado. (Foto: AFP)

A pesar de que no les dio más IFE, y de que también tardó en otorgar los fondos de seguridad anunciados antes del levantamiento policial, Alberto se recostó en los intendentes del Gran Buenos Aires para compensar la distancia con Cristina. Conocedor del método de Néstor Kirchner de diálogo directo con los municipios, el Presidente empezó a mostrarse con ellos y prometerles todo lo que tuviera a su alcance: ese menú incluía el respaldo para reformar la ley provincial y tumbar el límite a las reelecciones, que actualmente está fijado en una. El PJ tiene ese objetivo, el massismo se niega y La Cámpora hace silencio. Casi una muestra general de la dinámica del Frente de Todos.

Para consolidar su alianza con los intendentes, el Presidente le ofreció a Jorge Ferraresi, jefe de Avellaneda, el cargo de Ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat que dejó vacante la santafesina María Eugenia Bielsa. Como segundo de Ferraresi en esa cartera -y para garantizar una representación integral- asumió un intendente del interior, Santiago Maggiotti (Navarro).

La toma de distancia de Cristina del núcleo albertista terminó consolidando un nuevo polo de poder en el Senado, y el cambio a última hora sobre el proyecto de las jubilaciones terminó de dar fe de eso. El Presidente y Martín Guzmán anunciaron una fórmula consensuada con el FMI, el expediente fue al Senado y ahí se trabó. El kirchnerismo propuso pasar los aumentos anuales de tres a cuatro; envió a la Rosada a sus emisarios -Raverta entre ellos- y finalmente se terminó anunciando un nuevo proyecto.

Una coexistencia de identidades y aspiraciones que tambalea y parece renovarse todos los días, en un movimiento de sístole y diástole, acción y contracción. Y que viene a demostrar, además, que la de “volver mejores” no era una consigna que pudiera cumplirse fácilmente puertas adentro.