Panorama

Elecciones en Brasil: las lecciones para la política argentina y los riesgos del discurso antisistema

Lula ganó por menos de dos puntos. Pero lo ajustado de la región deja un escenario complicado para Brasil y para la región.
Pablo Winokur
por Pablo Winokur |
Lula vs. Bolsonaro (Foto: archivo)

Lula vs. Bolsonaro (Foto: archivo)

Lula ganó por menos de dos puntos. Un escenario inimaginable hace un mes, cuando incluso se pensaba que Lula podía ganar en primera vuelta. Mucho menos si se focaliza hace seis meses, cuando Bolsonaro asomaba como un presidente mucho más débil y con su imagen derrumbada.

En el bunker de Lula era todo festejo. En las calles de Brasil también. Nada podía empañar la alegría de haber destronado a Bolsonaro, un presidente por fuera del sistema, liberal en lo económico y ultra conservador desde lo político.

La noticia es buena para la Argentina. Bolsonaro descreía del Mercosur, de la integración con América Latina y los roces con el actual gobierno hacían imposible cualquier trabajo conjunto con el principal socio comercial y político del país.

Aunque políticamente, el triunfo tan ajustado y la próxima composición del Congreso asuman como nubes que tiñen no solo las relaciones con Brasil sino que encienden una luz amarilla sobre el futuro de la democracia en la región.

Lula estará lejos de ser el mandatario de centro izquierda que se conoció en la primera década del milenio. Esta vez, para llegar a la presidencia tuvo que hacer una alianza con toda la centro derecha, los que habían sido sus históricos opositores y contra los que había competido 3 veces hasta llegar a la presidencia.

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La derecha ganó la batalla discursiva. Bolsonaro, que era una figura menor al comenzar 2018; hoy es el político más poderoso de Brasil: más incluso que Lula.

Basta ver la composición del próximo Congreso. En el Senado la oposición tendrá 61 senadores de 81. 14 responden directamente a Bolsonaro. El próximo oficialismo tendrá apenas 20 senadores y solo 9 son propios de Lula.

En la Cámara de Diputados el poder de Bolsonaro también es fuerte. De 513 miembros, su bloque tendrá 356 legisladores de los cuales 157 son de su partido. En cambio, la próxima coalición oficialista tendrá apenas 99 diputados, de los cuales solo 68 son del Partido de los Trabajadores de Lula.

Pero hay más. Porque para ganar la elección, Lula tuvo que derechizar su discurso, al punto que tuvo que insistir varias veces en público que cree en Dios y que está en contra del aborto. Muy lejos de los históricos postulados de la izquierda a la que representa.

Bolsonaro ganó la batalla discursiva, más allá del resultado electoral. Tendrá la llave para bloquear la gestión del próximo gobierno y se garantizó la centralidad de la política brasileña para los próximos 5 años.

Las nuevas derechas que representan el propio Bolsonaro, Donald Trump, Boris Jonhson siguen siendo fuertes aun cuando sus líderes caen. Tienen poder de veto y las chances intactas de volver al poder. A pesar de los exabruptos, de los desmanejos con la pandemia, de la violencia simbólica con que ejercieron el poder.

Y es una luz amarilla para la Argentina. Estos sectores antisistema por ahora están lejos de las preferencias de la ciudadanía. Pero se irán acercando en la medida que la dirigencia política tradicional siga jugando a la ruleta rusa.