Asistencia social

La Ciudad cerró 40 comedores "fantasma" y refuerza el control en la asistencia alimentaria

Fue tras una inspección en más de 500 comedores de CABA. No pudieron acreditar su funcionamiento. El Gobierno local apunta a evitar desvíos en la distribución de alimentos.

Uno de los comedores fantasmas que detectó la Ciudad. 

Uno de los "comedores fantasmas" que detectó la Ciudad. 

Un operativo de fiscalización en más de 500 comedores de la Ciudad de Buenos Aires derivó en el cierre de 40 espacios sin funcionamiento comprobado y en la suspensión de más de 5.000 raciones alimentarias no justificadas. La medida se enmarca en un proceso de control impulsado por el Gobierno porteño para garantizar que la asistencia alimentaria llegue a los beneficiarios reales, sin intermediación política.

La investigación incluyó controles diarios tanto en los comedores como en las empresas proveedoras, y fue posible por la implementación de un sistema digital que registra en tiempo real cada entrega, permite identificar beneficiarios y detectar irregularidades.

"Cerramos 40 COMEDORES FANTASMA que jugaban con la comida de la gente. En la Ciudad, eso se terminó. La comida no es un factor de negociación política", dijo el ministro de Desarrollo Gabriel Mraida al anunciar la medida.

"Nadie que lo necesite se va a quedar sin su plato de comida; así como trabajamos para que nadie viva en la calle y para que todos estén atendidos, acompañamos a cada uno que lo necesite. Y ningún movimiento social volverá a usar esa necesidad para hacer sus negocios. La gran mayoría de los comedores, más de 100, siguen adelante junto a las familias y los apoyamos porque entendemos que nadie se puede quedar afuera en esta Ciudad", sostuvo el Jefe de Gobierno, Jorge Macri.

Según los funcionarios, la detección de estos comedores “fantasma” fue posible gracias a un nuevo esquema de trazabilidad, que combina digitalización, georreferenciación y control directo sobre los puntos de entrega.

Cambios en el sistema

Desde el Gobierno porteño descataron que el cierre de espacios irregulares se hizo sin afectar a los comedores que cumplen funciones efectivas. “Todos nuestros programas tienen condicionalidades claras y están completamente desintermediados. Hay un control estricto y riguroso, que realizamos todos los días, apoyado en tecnología para garantizar transparencia en cada etapa del proceso", expresó Mraida.

"Incorporamos un sistema que nos da visibilidad total: sabemos a dónde va cada ración, quién la recibe y cómo se usa cada peso. Ahora cada persona accede con su DNI, sin punteros, sin listas manejadas por nadie y sin el filtro de ninguna organización. La ayuda llega directo a quien la necesita y en comedores comprometidos con el trabajo social y la transparencia. Porque no todos son lo mismo. Cortamos con prácticas que todos veían, pero no se atrevían a enfrentar", dijo Macri.

Además de los comedores, el sistema incluye paradores, centros de jubilados y espacios de primera infancia, así como la transferencia directa a través del programa Ciudadanía Porteña. Esta política incorpora inscripción digital y pagos con la billetera Buepp, del Banco Ciudad.

Con la eliminación de trámites manuales y el registro unificado de beneficiarios, el Gobierno porteño busca fortalecer la calidad de las intervenciones sociales. El nuevo sistema permite hacer seguimiento individual, registrar necesidades específicas y evaluar el cumplimiento de los requisitos.

La meta oficial para 2026 es ampliar a más de 160 los comercios habilitados para la compra directa de alimentos, en un modelo que prescinda de organizaciones intermediarias y garantice el uso correcto de los fondos públicos.

"Una Ciudad más justa es la que sabe exactamente a quién está ayudando", concluyó Mraida, al señalar que el sistema digital permite verificar cada etapa del proceso y dar respuesta más eficiente a las demandas alimentarias.

El cierre de los 40 comedores se convirtió en la acción más visible de una política que busca reordenar el mapa de la asistencia social en la Ciudad, limitando el uso discrecional de los recursos y priorizando el contacto directo con los beneficiarios.

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