El primer cortocircuito se dio cuando Alberto Fernández anunció la estatización de Vicentin. Perotti salió a cruzarlo y anticipó que no apoyaría la medida en el Congreso. A partir de ahí, todo fue barranca abajo.
La respuesta de Santa Fe
El Gobierno de Santa Fe salió a cruzar fuerte a la Nación ante esta nueva crisis, de la que recién este martes el Gobierno nacional pareció acusar recibo. En declaraciones radiales el gobernador salió a decir: "La asimetría de lo que Nación invierte en seguridad en Santa Fe en relación a las otras provincias es grosera". La frase parecía hacer referencia al gasto en seguridad en la Ciudad; pero en realidad la comparación era respecto a todo el país:
- Santa Fe es la provincia que recibe menos presupuesto nacional en seguridad por habitante.
- En la provincia recuerdan que cuando se le sacó coparticipación a Ciudad por el tema de seguridad, la plata fue a la provincia de Buenos Aires. "Santa Fe no vio un peso", dicen.
- La respuesta no puede quedar en "vamos a seguir trabajando", dicen cerca de Perotti.
Esta última es la frase que nadie quiere escuchar. Y que es un clásico de la administración de Alberto Fernández. "Esto no se resuelve con más gendarmes o dos leyes. Tenés que tener política integral. Las drogas y las armas no se fabrican en rosario. Tiene que haber políticas de seguridad federales, accesos de fronteras, cárceles, fiscalías, juzgados, mandar más gendarmes...", se quejaban desde la provincia.
Al mediodía del martes Alberto Fernández hizo un anuncio que dejó sabor a poco. "Cuando el presidente en los últimos días dijo que ‘algo más habrá que hacer’, sentimos que se abría una alternativa de interpretar lo que Rosario, lo que la provincia de Santa Fe necesita en este momento", dijo Perotti un poco más tarde. Un mimo de apoyo a medidas en las que no cree.
Este miércoles recibirá la visita de Aníbal Fernández. Quizás el funcionario del que más reniega el gobernador. No lo va a decir públicamente pero le gustaría que renuncie: si el problema de los narcos en Santa Fe tiene 20 años, 16 lo tuvieron a Aníbal Fernández como protagonista excluyente de la política de seguridad.
Perotti no espera nada del Gobierno nacional. Apenas una luz de esperanza es la presencia de Agustín Rossi -su eterno rival interno dentro del peronismo santafesino- de quien cree que puede entender el conflicto narco en la provincia y transmitírselo a Alberto.
Una relación quebrada
¿Por qué se quebró esa relación? Las explicaciones difieren, pero hay un denominador común: Alberto Fernández abandonó a la provincia por acción u omisión.
Esto es la metáfora de un presidente que no pudo hacer pie en ninguno de los conflictos que se le presentaron a lo largo de su gestión. Y ni siquiera pudo conservar la fidelidad entre los suyos, entre sus aliados naturales.
Perotti se tuvo que abrazar a Cristina Kirchner, quizás en las antípodas de su pensamiento, por el temor a un Alberto Fernández que no define las políticas.
En las elecciones 2021 Perotti cerró un acuerdo con Cristina Kirchner y Alberto Fernández los enfrentó a ambos con Agustín Rossi a la cabeza.
Es la eterna repetición de un presidente sin reflejos y con dificultades para sostener sus propios acuerdos políticos
Las guerras de Alberto Fernández
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Hace un año Alberto Fernández le declaraba la guerra a la inflación. En ese momento, intendentes del conurbano que todavía lo apoyaban (cada vez más tibiamente) le dieron la espalda. "Una guerra contra la inflación se ejecuta, no se anuncia. Se les está diciendo a los formadores de precios que remarquen antes de que lleguen las medidas", planteaba un cacique por entonces.
La guerra nunca se terminó de anunciar, no hubo medidas, no hubo seguimiento y la inflación de ese año 2022 llegó casi al 100%.
No fue la única guerra que perdió. A poco de asumir le toco declarar la guerra al Covid. Tomó la medida audaz de declarar una cuarentena temprana. La oposición salió apoyar y dijo que Alberto Fernández sería el "comandante en jefe" en esa guerra. Llegó a una popularidad del 70%. Pero producto de una procastinación que sería su marca registrada estiro la cuarentena, no supo cambiar a tiempo y perdió la guerra: 130 mil personas murieron por Covid en la Argentina. Además, la falta de financiamiento para sostener esa medida disparó la inflación, multiplicó la pobreza. Hubo más.
Ante la primera crisis de seguridad en la Provincia de Buenos Aires, quebró su relación con Horacio Rodríguez Larreta, el opositor más aliado. En medio de una revuelta policial y sin previo aviso, decidió sacarle fondos de coparticipación a la Ciudad que se habían asignado tras el traspaso de la Policía Federal a CABA. Se replegó en el kirchnerismo y traicionó a quien antes llamaba "mi amigo Horacio".
Permaneció inactivo frente al conflicto por la clases presenciales. Extendió el confinamiento infantil hasta límites preocupantes. Todavía hoy en el Gobierno se preguntan por qué el Frente de Todos perdió apoyo entre los jóvenes a manos de Milei.
Cristina lo describió dramáticamente: funcionarios que no funcionan. "Los ministros que tengan miedo o no se animen vayan a buscar otro laburo", dijo. No planteaba solamente diferencias de fondo sobre hacia adonde hay que llevar el Estado o la economía argentina. Estaba también planteando sus críticas a una matriz de funcionamiento de un Gobierno que entendía que no arrancaba. Todos lo sabían. (Después habrá que ver quiénes son los responsables de eso).
Estilo Alberto
El estilo Alberto se fagocitó a Cafiero, Beliz, Kulfas, Guzmán, Manzur, Julián Domínguez, Daniel Scioli, Aníbal Fernández y sigue la lista. Habrá que ver qué pasa con Sergio Massa.
El Gobierno no tuvo política económica, ni de salud, ni de seguridad, ni de narcotráfico... Tampoco tuvo una política clara para conservar su propio poder. En cada crisis, Alberto Fernández se terminó desprendiendo de uno suyo mientras que en el Gobierno quedaban los que lo torpedeaban.
Hoy Alberto Fernández no tiene aliados. Sueña con una reelección imposible. Los gobernadores le picaron el boleto. También los intendentes, los movimientos sociales, la CGT.
Quizás lo más dramático de esta crisis narco que está enfrentando ahora el Gobierno -¿su última crisis?- es que ni siquiera sus funcionarios percibieron lo que estaba pasando. Tal vez por desconocimiento; tal vez por saber que ya no quedan muchos resortes en la botonera del poder que este Gobierno de Alberto Fernández pueda tocar.