-Pablo, serenate, hagamos una reunión. Debatamos. ¡No podés largar todo! – le planteó por teléfono este dirigente que buscaba evitar una ruptura.
-¡Estos forros de mierda, me agarran de pelotudo! –, seguía enojado Pablo Moyano
-¡Razonalo! ¡Tenemos que cuidar la unidad! No puede romperse el movimiento obrero justo ahora, no es una buena idea.
Este mismo dirigente después habló con algunos aliados de Pablo Moyano. Si Pablo se iba, la sangría podía ser total.
Pablo Moyano tomó bien la charla. Escuchó y aceptó. A la tarde tuvo una reunión con su círculo más cercano y a la noche decidió no irse. Alberto lo invitó a cenar al día siguiente. Durante toda la semana, Pablo Moyano, el heredero, tuvo un protagonismo que nunca había soñado. En apenas unas horas, se convirtió en el líder del sindicalismo de la etapa que viene. En 2023 no habrá lugar para tibios.
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El nuevo rol de Pablo Moyano
En la CGT, nadie cree que Pablo Moyano pueda heredar el imperio de Hugo. “Toma decisiones desde la calentura”, dice un conocedor de los pasillos de Azopardo. Moyano padre era un tiempista. Eso le permitió llegar hasta donde llegó.
Algunos dicen que la intervención de Hugo fue clave para evitar que Pablo diera el portazo. Otros contestan que ya no está en condiciones psíquicas de pedir nada. La relación con Pablo tampoco sería la mejor.
Abel Furlán, flamante líder de la UOM, fue otro de los que intervino en el proceso “Sin unidad no podemos hacer nada. Hay que empezar a ejercitar una resistencia en la calle, para que los compañeros nos vean. Y es prepararnos por si estos tipos ganan”, planteó. “Estos tipos”, sería el macrismo.
El temor de un ala del sindicalismo peronista es que en 2023 gane un Juntos por el Cambio empoderado. Con una CGT partida va a ser más fácil imponer reformas. Ya les pasó durante el gobierno de Macri. Todos desconfían de todos.
“El macrismo dice que viene con nosotros. Viene a romper el modelo sindical. No era una buena idea romper ahora”, planteó Furlán. Su voz adquiere peso porque maneja el principal gremio industrial y porque no está alineado con ninguno de los bandos.
Después de la crisis que casi rompe la CGT, Pablo Moyano cenó con Alberto y algunos dirigentes propios. Al día siguiente se reunió con Julio Vitobello (mano derecha de Alberto Fernández) y Claudio Moroni para destrabar el conflicto de los neumáticos. Lo logró.
El viernes fue explícito con los pedidos al Gobierno:
- "Le hemos pedido una suma salarial fija al Presidente".
- "Pedimos que se universalice el pago del salario familiar".
- "Los empresarios se la llevaron en pala. Deberían tirar algo para este lado".
- "No voy a estar 3 años pidiendo lo mismo al Presidente. Vamos a pedir una nueva reunión para ver qué se resuelve".
- "Espero que en los próximos días haga una medida para los trabajadores".
- "La CGT tiene que estar presente en todos los reclamos gremiales. Por eso me puse al frente ayer con la negociación de los neumáticos".
Pablo Moyano se quedó en la CGT. Ahora tiene más peso que nunca. Es la resistencia. No hay margen para partirse. Y es el hombre que le marca la cancha al Presidente. Seguramente en los próximos días haya más novedades. Por lo pronto, el fin de semana pidió una paritaria de 100% para los camioneros.
La calle se recalienta
Parte del problema del sindicalismo peronista es que sienten que perdieron el control de la calle. Cuando se piensa en protestas y en reclamos para los más perjudicados por el modelo, siempre aparecen en escena los grupos piqueteros. Con un gobierno peronista, son los que hegemonizan las protestas.
La semana pasada se vio claro durante el acampe en la 9 de Julio. Con cada nuevo acampe, el conflicto escala un poco más. Al punto que sobrevoló la renuncia del ministro de Desarrollo, Juan Zabaleta.
Hace meses está previsto que deje su cargo, pero se había planteado para fin de 2022 o principio de 2023. Tiene que volver a cuidar su municipio, Hurlingham. Nadie quiere incinerarse en un gobierno que será recordado por sus fracasos.
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Con cada nuevo acampe, el conflicto escala un poco más. Al punto que sobrevoló la renuncia del ministro Juan Zabaleta (Foto: NA).
Desarrollo Social tiene una estructura particular. El ministro a cargo del área, Zabaleta, solamente maneja 2 de las 6 secretarías del ministerio.
Maria Eugenia Zamarreño es la secretaria administrativa, casi una apoderada legal, que no tiene presupuesto a cargo. Y Gustavo Aguilera, que es el único que maneja planes sociales: apenas ejecuta el 5% del presupuesto.
El resto de las secretarías tiene plena autonomía.
- Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, es secretario de economía social y ya no responde ni siquiera a Alberto Fernández.
- Laura Alonso (no confundir con la del PRO) es secretaria de Inclusión Social. Es de La Cámpora. Administra sus propios fondos.
- Micaela Ferraro (secretaria de Abordaje Integral) responde a Massa
- Y Fernanda Miño, que responde a Juan Grabois. Maneja el Fondo para la Integración Socio Urbana, que son 70 mil millones. El enfrentamiento de Grabois con el ministro es total.
“Son ministerios paralelos a los que no se les puede dar ninguna orden”, describe un dirigente que frecuenta esos pasillos.
El ministro tiene todos los problemas, pero no puede aplicar ninguna solución. Está contando los días para volver a Hurlingham. Por ahora aguanta. Los días de las protestas estuvo recorriendo el conurbano.
Crecen las sospechas en algunos sectores del Frente de Todos de que estos megaacampes son empujados desde adentro del ministerio. Zabaleta amenazó con irse. No puede. No hay reemplazante, porque nadie quiere agarrar esa papa caliente.
Algo similar pasa con otros intendentes bonaerenses en uso de licencia que están buscando algún atajo para volver a sus municipios. Es parte del descontrol de un gobierno que no termina de ordenarse.
El Presupuesto y la decisión de los halcones
Massa ofrece un marco de diálogo. Algo que hasta ahora no pasaba. Juntos por el Cambio está dispuesto a apoyar el Presupuesto 2023, algo que negó en 2022.
Los primeros que salieron a bancar son los de Evolución Radical, el espacio de Martín Lousteau. “En año electoral y con tanto ruido como hay de internas y demás, cuánto menos lapicera libre tenga el Gobierno, mejor”, plantearon.
Los halcones de Juntos por el Cambio también están dispuestos a votar el Presupuesto. “Cambiaron el discurso del kirchnerismo de los últimos 20 años. La actitud fue distinta”, plantea uno de los más duros de la Cámara de Diputados.
Tomaron como un buen gesto que el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, reconociera que los problemas de inflación se dan por haber perdido los superávits gemelos: hasta hace unos meses, Cristina Kirchner decía que el déficit fiscal no tenía nada que ver con la inflación.
“Ya no defienden el déficit, admite el desorden de la macroeconomía, plantean hacer un ajuste fuerte en tarifas, cerraron la canilla en planes sociales, se frenó la obra pública, bajaron las transferencias a las provincias… no es un programa de gobierno, pero hay un camino más claro”, explica un hombre cercano a Patricia Bullrich.
La oposición entiende que hay dos variables que le pueden ser beneficiosas si el Presupuesto se aprueba:
- Saben que tienen chances de ser gobierno en 2023. Votar un presupuesto que tienda al orden fiscal les puede dejar más allanado el camino para una eventual gestión.
- Necesitan que en el Presupuesto estén contempladas las partidas de las PASO. Si después el Gobierno las quiere voltear, va a poder hacerlo. Pero por lo menos es un paso adelante.
¿Se eliminan las PASO?
Esta semana, el diputado Luis di Giacomo va a presentar el primer proyecto formal para derogar las PASO. Están puliendo los últimos detalles y tratando de conseguir algunas adhesiones, especialmente del oficialismo.
Di Giacomo es del bloque provincial Juntos somos Río Negro, que gobierna esa provincia desde 2012. Las PASO son siempre un problema para los partidos provinciales, que terminan fagocitados por la polarización.
Hoy, el oficialismo no está tan lejos de conseguir el número para derogarlas. Veníamos contando en las últimas semanas cómo iban sumando votos de a uno. Todo depende de Javier Milei.
Cerca de Milei creen que puede haber sorpresas. Por ahora insiste en que va a jugar con las reglas que haya, que los cambios electorales no son temas que le preocupen a la gente. Pero no se pronunció explícitamente en contra. Para esta semana tiene prevista una reunión con dirigentes de Juntos por el Cambio para charlar sobre el tema. No tiene decisión tomada.
¿Cómo va a meditar su voto? Quienes lo conocen creen que va a usar métodos no tradicionales: comentarios en Twitter, tirar las cartas o asesoramiento rabínico, aparecen en el menú de opciones.
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Javier Milei puede ser la clave para que el oficialismo logre derogar las PASO (Foto: NA).
Este fin de semana, Milei cristalizó la alianza con la derecha conservadora. Viajó a Tucumán e hizo una actividad de campaña con Ricardo Bussi, hijo del represor que gobernó esa provincia durante la dictadura militar y en los 90. Sus posturas son muy lejanas al anarcoliberalismo.
Patricia Bullrich crece en las encuestas. Y cada paso en falso de Milei le suma a ella. Un reciente sondeo de la encuestadora Reyes-Filadoro la ubica como la dirigente con mejor imagen del país, con 9 puntos de diferencial positivo. Es una consultora que no trabaja para Juntos por el Cambio.
El 71% de los libertarios tiene buena imagen de Patricia. Macri solo tiene un 39% de imagen positiva entre los adherentes de Milei y Larreta, un 28%. El potencial de crecimiento de Bullrich hoy es mucho mayor que el de sus adversarios internos. Por primera vez, ve que no es imposible llegar a la presidencia. Este fin de semana hará una nueva demostración de fuerza en el interior del país. Hará una parada estratégica en Río Negro, donde un grupo de "presuntos terroristas" amenaza la seguridad nacional. Lo planteará como una reinvidicación a su gestión como ministra de Seguridad.
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