Antes pero en tono más acotado, visiblemente afectado por la crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus que afecta a Brasil, adhirió al mismo reclamo el presidente Jair Bolsonaro, que insistió en "dejar atrás las diferencias políticas e ideológicas" entre los gobiernos, pero ratificó su postura de negociar con otros países tratados de libre comercio extrabloque regional.
Luego de que hablaran los presidentes de Paraguay, Abdo Benítez, de Bolivia, Luis Arce -quien pidió ser aceptado como socio pleno del Mercosur- y el chileno Sebastián Piñera, el presidente Alberto Fernández, que ofició de anfitrión del encuentro virtual, le contestó con una dura réplica a Lacalle Pou, aunque sin mencionar su nombre.
"Quisiera quedarme con la expresión de la mayoría de los presidentes que participaron de esta cumbre, y seguir encontrando mecanismos de consenso para avanzar y todos podamos sentirnos hermanos. Si nos hemos convertido en otra cosa, en una carga, en un lastre, lo lamento, la verdad no queríamos ser una carga para nadie", replicó el presidente argentino en una nueva pelea diplomática al más alto nivel.
La pelea, que se vio en vivo a través de la transmisión de la Cumbre por el canal oficial de Youtube de la Casa Rosada, recordó a la protagonizada en 2007 en otra cumbre iberoamericana en Chile entre Néstor Kirchner con el entonces presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, por el entonces conflicto por la instalación de una fábrica pastera en la orilla del río Uruguay, en Fray Bentos que duró muchos años hasta que el conflicto se disipó.
"Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y uno para no ser una carga, se baja del barco. Terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad en un momento que tanto nos importa. No queremos ser lastre de nadie, si somos un lastre que se bajen y tomen otro barco", enfatizó Fernández y cerró la cumbre diciendo que para él es "un honor ser parte del Mercosur" y destacó "la misma esperanza que tuvieron los fundadores" del bloque regional.
¿Qué dijo Lacalle Pou y porqué explotó la polémica?
La cumbre había sido convocada de manera presencial en Buenos Aires, por la Argentina en su condición de presidente pro témpore, para celebrar el 30° aniversario del Mercosur. Pero la última semana a raíz de la ola de contagios de coronavirus que atraviesan países vecinos como Brasil, Paraguay y Uruguay, Fernández decidió modificar el formato y hacerla por videoconferencia.
Asistieron todos los invitados, desde sus países se conectaron los presidentes de Brasil, Paraguay, Uruguay, y los asociados de Bolivia y Chile.
Todo venía bien con la apertura de Alberto Fernández invitando a todos sus pares a "fortalecer la unidad y la integración regional" cuidando los sistema productivos de cada país, y negociando en bloque para conseguir mayor competitividad y fortaleza frente al mundo globalizado y en crisis por la pandemia.
Alberto propuso la creación de tres "observatorios". Uno, para consensuar políticas de defensa de la democracia, otro para políticas de igualdad de género, y otro para la prevención del cambio climático. Y presentó el Estatuto del Ciudadano del Mercosur que quedó desdibujado ante la polémica con su par uruguayo.
Fernández también habló de renegociar modificaciones al arancel externo común, que rige para el comercio intra y extra bloque, pero aclaró que "no está de acuerdo en una baja de los aranceles".
Mientras Alberto se opone a la baja, Brasil y Uruguay impulsan su baja o la libertad de cada país de decidir la política comercial con otros países. "Nadie se salva solo", repitió Alberto parafraseando al Papa Francisco, para imponer su defensa de los sistemas productivos internos de los países de la región, frente a la competencia del resto del mundo.
Todos los presidentes coincidieron en la necesidad de "dejar atrás las diferencias políticas e ideológicas" y fortalecer al Mercosur como un bloque regional que defienda los sistemas democráticos, libertades y derechos humanos, pero las diferencias empezaron a la hora de exponer sus posturas respecto al arancel externo común y el reclamo de flexibilidad para negociar tratados de libre comercio que impulsan Uruguay, Brasil y Chile.
La voz más dura en las críticas fue esta vez, la de Lacalle Pou: "Estamos de acuerdo en rever el arancel externo común y tenemos que continuar en el esfuerzo en obras para mejorar el transporte y la logística" dijo Lacalle Pou y agregó: "Tenemos avanzar en la negociación con otros bloques, no estamos conformes".
El presidente uruguayo primero se quejó porque dijo, "la suma de situaciones no catalizan estos acuerdos, generan frustraciones" y puso como ejemplo la demora en la entrada en vigencia del TLC con la UE: "En el acuerdo con el bloque europeo tenemos una dificultad, se ha trabajado muchos años y falta un camino por recorrer que hoy nos genera cierto exceptisismo".
"Hay otros bloques en el mundo que en estos últimos 30 años han desequilibrado el mercado, generado riqueza y mercados a los cuales el Mercosur no ha hecho avance suficiente. En Asia, hay muchos productos nuestros que no compiten en igualdad de condiciones. Es el momento para avanzar juntos. Obviamente que el Mercosur pesa, su actividad, su producción pesa en el concierto internacional, pero no debe ser un lastre ni un corsé en el cual nuestro país no se pueda mover", advirtió el presidente uruguayo.
Lacalle Pou pidió en ese momento negociar "mayor flexibilización, que cada uno tenga distintas velocidades, veamos el nombre y el concepto, pero Uruguay necesita avanzar en el concierto internacional. Por eso proponemos formalmente que se discuta en la mesa el tema de la flexibilización. Uruguay necesita políticamente que el Mercosur tome una decisión al respecto", remató Lacalle Pou.
A esa frase fue la que inmediatamente retrucó Fernández al cerrar la accidentada cumbre que presidió acompañado por el canciller Felipe Solá y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, desde el Museo de la Casa Rosada.