En 2016, a un mes de asumir, Mauricio Macri hizo el mismo viaje. Estuvo 3 días en Davos y mantuvo casi 30 reuniones; la mayoría mano a mano con representantes de las principales empresas del mundo o con los líderes de las principales potencias, incluyendo a Joe Biden que por entonces era vicepresidente de los Estados Unidos. Son encuentros que sirven para promover inversiones.
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La agenda de Macri en Davos 2016 (Foto: captura sitio https://www.casarosada.gob.ar/slider-principal/35288-el-presidente-macri-participa-del-foro-economico-mundial-de-davos)
Milei pasó la mayor parte de su viaje navegando por las redes sociales. Hay dos alternativas y las dos son igual de malas. Una, que haya viajado una semana sin tener reuniones y haya desaprovechado la oportunidad de generar inversiones para el país; la otra, que haya tenido esas reuniones y las haya ocultado, cuando la agenda del presidente debería ser pública en este tipo de viajes.
Volvió el viernes a la mañana y evitó el uso del helicóptero presidencial que estaba listo para trasladarlo a Olivos. Prefirió ir en auto. Llegó cansado y dedicó su mañana a recuperarse en la Quinta Presidencial. Son las ventajas (quizás caras) que tiene usar vuelos privados y helicóptero. El presidente puede usar los traslados para descansar y aprovechar el tiempo en tierra para gestionar un país desbordado de problemas…
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Milei y Cameron en la reunión que mantuvieron en Davos (Foto: Oficina del Presidente Electo).
La Ley Ómnibus en suspenso
Mientras Milei contaba los likes de su video en streaming, en la Argentina seguía en marcha una tensa negociación por la Ley Ómnibus, que al menos hasta el sábado por la tarde seguía completamente estancada. El Gobierno intentó vender que estaban los votos, que ya había acuerdo, que se podía sesionar el sábado, el domingo, el lunes... nada de eso pasó. Con suerte y viento a favor puede haber una sesión el jueves.
La Ley Ómnibus derivó en fracaso. Milei fijó hasta el 31 de enero el período de sesiones extraordinarias. Obviamente, era imposible que se tratara tremenda ley en un mes. Todas las grandes ideas revolucionarias cayeron en las garras de la política real. No se puede hacer la revolución en un mes si no es por las armas. Al final tuvo que extender las sesiones extraordinarias hasta el 15 de febrero. Hay que ver si alcanza.
Las negociaciones con la oposición quedaron paralizadas durante la semana que Milei estuvo en Davos o con avances intermitentes. La mayoría de las reuniones entre oficialismo y oposición se hacían con funcionarios de segundas líneas: secretario de Hacienda, Secretario de Finanzas, vicejefe de Gabinete y un asesor presidencial. Martín Menem coordinaba todo, pero estaba claro que no tenía poder de decisión.
“Para algunas cosas puntuales pudieron modificar en el acto mientras hablábamos. Pero para las cosas importantes tenían que pedir un break porque tenían que consultar con Davos”, se queja un importante diputado opositor que fue parte de la negociación.
En todo ese proceso se llegó a un preacuerdo muy endeble que derivó en un documento que mandó el Ejecutivo, más endeble aún.
Hay cosas que quedan indefectiblemente “¡Afuera!”.
- Reforma electoral
- Reforma judicial
- Reforma educativa
- Cambios drásticos a la ley de pesca
- Cierre o cambios en organismos culturales como el Incaa, Instituto del Teatro o el Fondo Nacional de las Artes.
- Cambios en salud pública
- Toga a los jueces
Otras cuestiones quedan atenuadas:
- Facultades delegadas
- Retenciones ilimitadas a las economías regionales
- Privatizaciones a mansalva
- Ley de hidrocarburos
- Ley de manejo del fuego
Quedan dudas sobre qué va a pasar con la reforma a la movilidad jubilatoria. De palabra, el gobierno se comprometió a sacar ese artículo de la ley; pero en el borrador de los cambios no apareció.
La oposición pide que lo incluyan expresamente, sea manteniendo la fórmula actual (ajustada por salario) o cambiándolo por la actualización por inflación.
De lo que quería Milei, solamente quedan delegaciones de facultades más limitadas y por un año (y después vemos), una reforma acotada del Estado y una autorización en suspenso para iniciar un proceso de privatizaciones. Era más o menos la reforma que quería hacer Juntos por el Cambio pero sin épica.
El Gobierno va a tratar de vender esto como un éxito. En realidad es un fracaso rotundo de los iluminados que redactaron el proyecto. Propusieron algo inviable políticamente, con errores técnicos y de imposible implementación.
Cadena nacional de Javier Milei: mensaje breve y con todo el gabinete
Cadena nacional de Javier Milei: mensaje breve y con todo el gabinete. (Foto: captura)
En los pasillos de La Rosada y reuniones libertarias se apunta a los estudios jurídicos que asesoraron al presidente y que fueron los redactores finales de la ley. En muchos casos, se trata de estudios que asesoran empresas que se beneficiaban de algunos artículos de la ley. ¿Cuánto cobraron por esa operación? Es una pregunta que se hace cada vez en voz más alta.
“En el proceso de elaboración aparecían artículos que nadie sabía quién escribió y en la redacción final aparecieron artículos que se había dicho expresamente que se iban a sacar”, se queja un funcionario al tanto de los pormenores de la negociación parlamentaria.
Los problemas de la vida real
Mientras Milei triunfaba por el mundo en la Argentina aparecen otros problemas básicos que todavía no tienen resolución:
Está demorada la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil. Es un índice que sirve para ponerle un piso a las paritarias sectoriales.
El Estado sigue paralizado en la mayoría de sus áreas.
Quizás el ministerio que más lo siente es el de Infraestructura, de Guillermo Ferraro. Tiene a su cargo obras públicas, transporte, comunicaciones y minería. Desde los distintos ministerios se quejan de su letargo para tomar decisiones. En parte apuntan al estilo del ministro; en parte, saben que tiene poco margen de maniobra: está todo el ministerio intervenido virtualmente por el jefe de gabinete, Nicolás Posse.
Justamente a Posse le endilgan la lentitud general del gabinete. Todos reconocen su capacidad técnica. Pero adolece de muñeca política y de conducción. No habla con casi nadie, ni tiene la capacidad que solían tener otros jefes de gabinete para comunicar la gestión. Es raro un jefe de gabinete al que no se le conoce la voz.
Luis Caputo y Nicolás Posse se reunieron con el FMI: "La reunión fue positiva"
Luis Caputo y Nicolás Posse se reunieron con el FMI: "La reunión fue positiva". (Foto: X)
Mientras tanto, el peronismo
De la mano de Milei asoma el neomenemismo. Los gobernadores están de acuerdo con que hay que hacer un ajuste importante. Las excepciones son Axel Kicillof, también dogmático como Milei, y Ricardo Quintela. En el peronismo de La Rioja le reprochan (aunque le votan) la idea de las cuasi monedas. Quintela tiene un problema de nomenclatura: ya hay un Menem en su provincia y no es un aliado suyo.
Todos los gobernadores tienen un drama en común. La mayoría tiene las cuentas ordenadas, pero los acecha el problema de la coparticipación que se les va a achicar por haber anulado el impuesto a las Ganancias. Cosas del destino: lo habían votado para ver si le pegaban un pleno y Massa llegaba a la presidencia.
Milei juega con esa presión. Es cierto que el 60% de ese impuesto se lo queda él y que necesita esos fondos para cerrar el déficit. Pero también sabe que con esa medida puede cumplir una promesa electoral y quizás las cuentas terminan cerrando por otro lado. Tiene un abanico de opciones más amplio que los gobernadores.
El jueves se hizo una reunión de dirigentes del PJ en la Casa de la Provincia de Buenos Aires -con Kicillof como anfitrión- en que el peronismo buscó consensuar una estrategia frente al Gobierno. Solo hubo tres gobernadores: Kicillof, Quintela y Melella (Tierra del Fuego). Otros tres aparecieron un rato por Zoom.
Pablo Moyano y Juan Grabois se sentaron juntos para la foto. No fue casualidad. Son las caras que los líderes del espacio, Cristina y Massa, creen que están para alzar la voz en este momento. Son dos de los dirigentes con peor imagen del país y no tienen nada para perder.
Massa volvió a aparecer en público. Fue en una reunión con intendentes del Frente Renovador. Les pidió que se junten con productores para militar que no suban las retenciones a las economías regionales y que cuiden a la clase media. Dice que la ve negra. No se habló del pasado.
No va a haber más movimientos. Es tiempo de esperar a que las cosas se acomoden. Que Milei haga el ajuste que prometió hacer y que si le va mal sea enteramente responsabilidad suya. ¡Que nadie vaya a creer que es culpa del peronismo que puso palos en la rueda!
Algo parecido piensa el resto de la oposición no peronista. Y la Justicia, que patea lo más posible la resolución sobre la constitucionalidad del DNU.
Hay que manejar los tiempos y los nervios.
La inflación mayorista de diciembre dio 54%. Es un índice que suele anticipar la suba de precios del mes siguiente. Todo indica que es muy difícil que en enero sea menos del 20 o 25%. Y todavía faltan todos los aumentos tarifarios de febrero y marzo.
La brecha cambiaria volvió a rozar el 50%. Si la inflación sigue corriendo a pasos acelerados, esa brecha puede seguir creciendo. Eso obligaría al Gobierno a forzar otra devaluación que volvería a irse a precios.
Milei insiste en que la inflación va a bajar por el solo hecho de dejar de emitir y sin ningún plan de estabilización.
Cuando habló del “libertarismo” en Davos, el Presidente se refirió a su ideología como un “credo”. Una terminología más cerca a la religión que a las ciencias económicas. Porque en definitiva, la victoria en la guerra no depende del número de soldados sino de la fuerza que viene del cielo.
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