En un bowl grande se mezcla la harina con la sal y el resto del azúcar. Luego se incorporan los huevos, la esencia de vainilla y la levadura activada. De a poco, se añade la leche restante hasta formar una masa suave.
Una vez integrada, se amasa durante unos minutos hasta que quede lisa. Se deja reposar tapada con un paño por unos 30 minutos, para que la levadura haga su trabajo y la masa duplique su volumen.
Cómo se arma el “hojaldrado” de las medialunas
El hojaldrado —esa textura característica que se nota al partir una medialuna— se logra incorporando la manteca de manera escalonada. Para eso, se estira la masa en forma de rectángulo, se coloca la manteca en el centro y se doblan los extremos hacia adentro, como si fuera un sobre.
Luego, se estira nuevamente, se dobla y se deja reposar en la heladera unos 20 minutos. Este proceso se repite al menos dos veces más para obtener un laminado parejo.
Cómo se forman y hornean las medialunas
Una vez que la masa está lista, se estira con un grosor de unos 5 mm y se corta en triángulos alargados. Cada triángulo se enrolla desde la base hacia la punta, dándole la forma clásica de medialuna.
Se colocan sobre una placa enmantecada, se tapan y se dejan levar nuevamente unos 40 minutos.
Antes de llevarlas al horno, se pincelan con huevo batido para lograr ese color dorado característico. Se hornean a 180°C por unos 15 a 20 minutos, hasta que estén doradas.
Al salir del horno, se puede pincelar con almíbar (agua y azúcar en partes iguales, hervido por unos minutos) para darles brillo y potenciar el sabor.
Cómo conservarlas y disfrutarlas al máximo
Las medialunas caseras pueden conservarse en un recipiente hermético a temperatura ambiente por 2 o 3 días. También pueden freezarse una vez cocidas: para disfrutarlas nuevamente, basta con calentarlas unos minutos al horno bajo.
Acompañadas con café con leche, mate o jugo natural, son una opción perfecta para cualquier desayuno o merienda.