Las preocupaciones en la cabeza de los argentinos abundan desde la inflación, el aumento a la cuota de los colegios, el sueldo devaluado, hasta los cortes de luz. Pero en el caso de los porteños y los visitantes de la Ciudad, viven en un inmenso mar de problemáticas a sobrellevar -como ocurre en la mayoría de las capitales del mundo- y de quejas que pueden convertirse en la punta del iceberg para que a más de uno le provoque un típico brote de ira al estilo de la película “Relatos salvajes”.