Curiosidades

Día de la Enfermera: la verdadera historia de la mujer argentina que pide "silencio" en los hospitales

En el Día de la Enfermera, una fecha que reconoce el rol esencial de quienes sostienen el sistema de salud, vuelve a escena una imagen que marcó generaciones: la mujer del gesto sereno y el dedo índice sobre los labios.

Muriel Mercedes Wabney fue una modelo argentina que

Muriel Mercedes Wabney fue una modelo argentina que, con su imagen, se metió en los hospitales argentinos y de distintas partes del mundo.

Este viernes 21 de noviembre se celebra el Día de la Enfermera en Argentina, instaurado en 1953 en reconocimiento a la creación de la Federación de Asociaciones de Profesionales Católicas de Enfermería, la entidad que por primera vez reunió y organizó a trabajadoras de todo el país.

Una de las imágenes más icónicas asociadas a esta fecha y al mundo de la medicina es la de una mujer argentina, con gesto sereno y el dedo índice apoyado sobre los labios, pidiendo “silencio”. Acerca de la fotografía, que se reprodujo durante décadas en hospitales, consultorios, afiches y señalética dentro y fuera del país, hasta el día de hoy no todos saben quién es ni que, a diferencia de lo que se supone, tampoco fue enfermera.

Esa imagen, convertida en un símbolo universal, tiene nombre y apellido: Muriel Mercedes Wabney, una modelo argentina cuya fotografía se volvió parte del paisaje sanitario sin que su identidad alcanzara la misma fama.

Su carrera comenzó en 1947, cuando firmó un contrato de exclusividad con Harrods, la emblemática tienda de la calle Florida. Luego trabajó para Ducilo, para el modisto Jean Cartier y para el programa televisivo El arte de la elegancia. Incluso llegó a desfilar con los vestidos que utilizó Linda Darnell en la película Por siempre ámbar.

El origen del famoso retrato

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La historia del célebre cartel se remonta a 1953, cuando Juan Craichik, jefe de visitadores médicos de la empresa Taranto, visitaba un hospital de Rosario. La sala estaba colmada y una enfermera pedía silencio una y otra vez sin éxito. Aquella escena lo inspiró: imaginó una imagen clara, directa y universal que transmitiera el mensaje sin necesidad de palabras.

Presentó la idea en la empresa, se aprobó y convocaron a varias modelos. La elegida fue Wabney, seleccionada —según Craichik— por su rostro suave y armonioso, de mirada dulce, “autoritariamente dulce”.

La sesión fotográfica se realizó en el estudio Graf & Kitzler y se extendió durante toda una tarde. Tras revelar los negativos, eligieron la pose que luego se volvería icónica.

La empresa distribuyó la imagen de manera gratuita en hospitales, clínicas y maternidades de Argentina, América Latina, Estados Unidos y Europa. Para los años 70 ya se habían entregado más de 60.000 copias, y muchos creían que se trataba de una foto extranjera o de catálogo.

Wabney, en cambio, eligió una vida discreta. En una entrevista publicada por la revista Paralelo 38 en 1970 contó que estaba casada, que no tenía hijos y que trabajaba como maniquí de pieles, una prenda muy buscada en ese momento. Evitó siempre revelar cuánto cobró por la producción o cómo vivió la difusión masiva de su imagen, manteniendo un halo de misterio que contribuyó al mito.

Con el paso del tiempo, la imagen también fue asociada a Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería moderna. Aunque no era enfermera ni trabajaba en la salud, Wabney terminó personificando, sin proponérselo, una de las postales más reconocibles del sistema sanitario.

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