El 19 de septiembre se conmemora en Argentina el Día Nacional de las Personas Sordas, una fecha dedicada a sensibilizar sobre las dificultades que enfrentan quienes tienen disminución auditiva y a promover su inclusión social y cultural.
Cada 19 de septiembre se celebra en Argentina el Día Nacional de las Personas Sordas, una fecha que recuerda la inauguración en 1885 del primer Instituto Nacional para Sordomudos.
El 19 de septiembre se conmemora en Argentina el Día Nacional de las Personas Sordas, una fecha dedicada a sensibilizar sobre las dificultades que enfrentan quienes tienen disminución auditiva y a promover su inclusión social y cultural.
A nivel mundial, la celebración se realiza el último domingo de septiembre, en recuerdo del primer Congreso Mundial de la Federación Mundial de Sordos (WFD), celebrado en 1951. Siete años después la fecha fue oficializada para dar visibilidad a la cultura sorda, sus derechos y la importancia de la igualdad de oportunidades.
En el caso argentino, la efeméride recuerda la sanción de la Ley 1.662 de 1885, que creó el Instituto Nacional para Sordomudos en Buenos Aires, la primera escuela oralista del país. Aunque en sus inicios se prohibía el uso de señas y se privilegiaba la oralidad, los estudiantes comenzaron a gesticular en secreto, dando origen a lo que más tarde se consolidó como la Lengua de Señas Argentina (LSA).
Durante mucho tiempo, las personas sordas fueron consideradas “anormales” y marginadas. La creación del Instituto marcó un cambio en la educación y abrió el camino hacia el reconocimiento de la lengua de señas como un medio de comunicación válido y esencial.
Según el último registro difundido por el Ministerio de Salud de la Nación, las dificultades auditivas representan el 18% de las discapacidades en Argentina, de las cuales el 86,6% son casos de hipoacusia parcial y el 13,4% de sordera total. La hipoacusia afecta cada año a entre 700 y 2.100 niños, lo que hace crucial su detección temprana para un desarrollo adecuado.
La pérdida de audición puede presentarse desde el nacimiento (congénita) o desarrollarse a lo largo de la vida (adquirida).
Causas congénitas:
Factores hereditarios o no hereditarios.
Complicaciones durante el embarazo o el parto, como falta de oxígeno al nacer, ictericia grave o bajo peso.
Infecciones maternas durante la gestación (rubeola, sífilis).
Uso inadecuado de ciertos medicamentos durante el embarazo.
Causas adquiridas:
Envejecimiento natural.
Infecciones crónicas del oído, como la otitis media en niños.
Enfermedades infecciosas (meningitis, sarampión, parotiditis).
Obstrucción del conducto auditivo por cerumen o cuerpos extraños.
Traumatismos craneales o de los oídos.
Consumo de fármacos empleados en el tratamiento de infecciones neonatales, paludismo, tuberculosis o determinados tipos de cáncer.
Exposición prolongada a ruidos intensos, ya sea en el trabajo, conciertos, discotecas o mediante auriculares a alto volumen. La OMS recomienda no superar los 65 decibelios para proteger la audición.
Para integrar de manera efectiva a las personas con pérdida auditiva, parcial o total, es importante:
Mantener contacto visual antes y durante la conversación.
Hablar con claridad y a un ritmo moderado, acompañando las palabras con gestos naturales sin exagerarlos.
Repetir o reescribir frases cuando no se comprenden.
Evitar taparse la boca, comer o fumar mientras se habla.
Algunas personas sordas, sean o no usuarias de la LSA, utilizan la lectura labial cuando no hay un servicio de interpretación disponible. En esos casos, se recomienda ubicarse frente a la persona a una distancia adecuada, captar su atención con un toque leve en el hombro o antebrazo, modular la voz sin gritar y asegurarse de que haya comprendido el mensaje antes de continuar.
La LSA no es solo una traducción visual del español, sino un idioma completo, con reglas gramaticales y estructura propias. Evoluciona y se adapta a las necesidades de la comunidad sorda, transmitiéndose de generación en generación como principal medio de comunicación desde la infancia.
Es importante destacar que la lengua de señas no es universal. Existen cientos de lenguas de señas en el mundo, cada una con su propio léxico y gramática. Al igual que cualquier idioma, estas varían con el tiempo y presentan diferencias regionales, sociales y generacionales. Por ejemplo, en Chile se utiliza la Lengua de Señas Chilena (LSCh), en Uruguay la Lengua de Señas Uruguaya (LSU), y en España conviven la Lengua de Signos Española (LSE) y la Lengua de Signos Catalana (LSC).
Gracias a la LSA, las personas sordas pueden participar plenamente en la sociedad, acceder a la información, expresar sus pensamientos y emociones, y desarrollar su identidad y cultura. Su existencia es fundamental para garantizar inclusión e igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la vida.