Estos ingredientes son los básicos para lograr una masa firme y un relleno suave, sin necesidad de agregar otros productos ni técnicas complejas.
Cómo preparar la masa para que quede fina y flexible
La masa es la base de todo. Para prepararla, colocá la harina sobre la mesada y formá un hueco en el centro. Agregá los huevos, la sal y, si querés, un chorrito de aceite. Comenzá a integrar desde el centro hacia afuera hasta formar un bollo. Amasá entre 8 y 10 minutos, o hasta que la masa quede lisa, uniforme y sin grumos.
Un paso importante es dejarla descansar al menos 20 a 30 minutos, cubierta con un paño o film. Este reposo permite que el gluten se relaje, lo que hace más fácil estirarla sin que se rompa.
Luego, dividí el bollo en dos partes y estirá cada una hasta lograr un espesor fino pero resistente, ya sea con palote o con una máquina para pastas.
Cómo hacer un relleno de verdura que no se desarme
El relleno de verdura debe ser sabroso, pero también firme para que los ravioles no se abran en la cocción. Para eso, es fundamental que la espinaca o acelga esté bien escurrida. Una vez cocida, conviene presionarla con un repasador limpio o colador para eliminar el exceso de agua.
Picá la verdura y mezclala con la ricota, el queso rallado, sal, pimienta y, si te gusta, una pizca de nuez moscada. La mezcla debe quedar compacta, sin líquido.
Cómo se arman y cocinan los ravioles caseros
Con la masa estirada, colocá pequeñas porciones del relleno separadas entre sí. Cubrí con la otra lámina de masa y presioná alrededor de cada montículo para quitar el aire. Después, cortá los ravioles con un cortapastas o un cuchillo.
Llevalos a una olla con agua hirviendo y sal. La cocción es rápida: entre 3 y 5 minutos, o hasta que floten en la superficie.
Podés servirlos con salsa de tomate, manteca y salvia, crema o el acompañamiento que prefieras.