Azúcar negra (cantidad necesaria, aproximadamente 150 gramos)
Un poco de leche o agua para humedecer la superficie antes de hornear
Paso a paso: cómo hacer tortitas negras caseras
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Activar la levadura:
En un recipiente pequeño, disolver la levadura en la leche tibia junto con una cucharadita de azúcar y una de harina. Dejar reposar unos 10 minutos, hasta que espume.
Formar la masa:
En un bowl grande, mezclar la harina, el azúcar y la sal. Hacer un hueco en el centro y agregar el huevo, la manteca derretida y la mezcla de levadura. Integrar todo hasta formar una masa suave.
Amasar y leudar:
Amasar sobre la mesada unos 10 minutos hasta lograr una textura elástica. Colocar la masa en un recipiente engrasado, cubrir con un paño y dejar levar en un lugar cálido durante 1 hora, o hasta que duplique su volumen.
Formar las tortitas:
Una vez levada, desgasificar la masa (presionarla suavemente con las manos) y dividirla en porciones del tamaño de una pelota pequeña. Aplanar ligeramente con los dedos, dándoles forma redonda.
Cubrir con azúcar negra:
Colocar las tortitas sobre una placa enmantecada o con papel manteca. Pincelar la parte superior con un poco de leche o agua y cubrir generosamente con azúcar negra.
Hornear:
Cocinar en horno precalentado a 180 °C durante unos 15 a 20 minutos, hasta que estén doradas y el azúcar forme una costra crujiente en la superficie.
Consejos para un resultado perfecto
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Es importante respetar los tiempos de levado para que la masa quede aireada y liviana.
Si se quiere un sabor más intenso, se puede mezclar el azúcar negra con una pizca de canela o ralladura de limón.
Para conservarlas, se pueden guardar en una bolsa hermética a temperatura ambiente por uno o dos días, o congelarlas ya cocidas y recalentarlas antes de consumir.
Una receta que atraviesa generaciones
Las tortitas negras son sinónimo de tradición. En muchos hogares, son parte de los recuerdos de infancia: las meriendas con olor a panadería, las tardes de lluvia o las mesas compartidas en familia. Prepararlas en casa es una forma de mantener viva esa costumbre, pero también de disfrutar un sabor auténtico, hecho con las propias manos.
No hay mucho misterio: harina, levadura, azúcar y tiempo. Lo demás es puro disfrute. Porque pocas cosas representan tan bien a la cocina argentina como unas tortitas negras recién salidas del horno, tibias y acompañadas por un buen mate.