Una extinción masiva ocurre cuando la pérdida de especies en un período geológico corto (relativamente hablando) supera el ritmo “natural” de desaparición. En los últimos 500 millones de años, hubo cinco grandes eventos así. El más letal fue el del Pérmico-Triásico: desapareció el 96% de la vida marina.
La sexta extinción se diferencia en algo crucial: está ocurriendo a una velocidad sin precedentes. Y es la primera provocada por una sola especie: Homo sapiens.
Según un estudio publicado en la revista Science, el ritmo actual de extinción es entre 100 y 1000 veces mayor al natural. Otra investigación, publicada en PNAS por los biólogos Paul Ehrlich y Gerardo Ceballos, asegura que “la aniquilación biológica en curso indica que una extinción masiva ya está en marcha”.
Se estima que una de cada ocho especies animales y vegetales podría desaparecer en las próximas décadas, según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica (IPBES) de la ONU.
Y no estamos hablando solo de pandas y rinocerontes. Desaparecen insectos polinizadores, aves, peces, reptiles y hasta microorganismos que sostienen ecosistemas completos.
La sexta extinción no responde a un solo evento, sino a un cóctel letal que tiene nombre y apellido:
- Deforestación y pérdida de hábitats
- Cambio climático
- Contaminación química y plástica
- Caza y pesca indiscriminada
- Especies invasoras transportadas por el ser humano
El planeta se calienta, los glaciares se derriten, los océanos se acidifican y la selva amazónica —uno de los pulmones del mundo— está en su punto más crítico en décadas. Mientras tanto, cada día desaparecen aproximadamente 150 especies, según estimaciones conservadoras.
Más allá del drama ecológico, la desaparición masiva de especies afecta directamente a la humanidad. Los ecosistemas colapsan en cascada: menos insectos implican menos polinización, menos plantas, menos alimentos. Los océanos pierden biodiversidad y se vuelven menos resilientes al cambio climático. La pérdida de biodiversidad también debilita nuestra capacidad para combatir enfermedades, producir medicamentos y garantizar agua potable.
¿Estamos a tiempo de frenarlo?
Sí, pero el margen es cada vez más estrecho. Para frenar esta crisis, los científicos proponen medidas concretas:
- Proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y marina antes de 2030 (objetivo conocido como 30x30).
- Restaurar ecosistemas dañados.
- Cambiar los sistemas agrícolas y alimentarios.
- Reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
- Frenar la sobreexplotación de recursos naturales.
Algunos países y regiones avanzan en esa dirección, pero los compromisos aún son insuficientes frente a la magnitud del problema.
La sexta extinción no llega con explosiones ni tsunamis. No hay titulares diarios, ni transmisiones en vivo. Ocurre en silencio: en selvas remotas, en océanos profundos, en campos fumigados, en el aire que respiramos.
Pero no por eso es menos real.